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Amparo Estévez Saviza

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Considero que un espacio interactivo debe servir para comunicar, compartir y pasar momentos agradables que nos ayuden a pensar la vida como bella y en este caso específico a conocer a los escritores y poetas que en todo momento transbordan vidas diversas arte y sueños a nuestro corazón...

lunes, 10 de febrero de 2014

TE AMO-PABLO NERUDA




Te Amo

Te amo
te amo de una manera inexplicable,
de una forma inconfesable,
de un modo contradictorio.

Te amo
con mis estados de ánimo que son muchos,
y cambian de humor continuamente.
por lo que ya sabes,
el tiempo, la vida, la muerte.

Te amo...
con el mundo que no entiendo,
con la gente que no comprende,
con la ambivalencia de mi alma,
con la incoherencia de mis actos,
con la fatalidad del destino,
con la conspiración del deseo,
con la ambigüedad de los hechos.

Aún cuando te digo que no te amo, te amo,
hasta cuando te engaño, no te engaño,
en el fondo, llevo a cabo un plan,
para amarte mejor.

Te amo...
sin reflexionar, inconscientemente,
irresponsablemente, espontáneamente,
involuntariamente, por instinto,
por impulso, irracionalmente.

En efecto no tengo argumentos lógicos,
ni siquiera improvisados
para fundamentar este amor que siento por ti,
que surgió misteriosamente de la nada,
que no ha resuelto mágicamente nada,
y que milagrosamente, de a poco, con poco y nada
ha mejorado lo peor de mí.

Te amo
te amo con un cuerpo que no piensa,
con un corazón que no razona,
con una cabeza que no coordina.

Te amo
incomprensiblemente,
sin preguntarme por qué te amo,
sin importarme por qué te amo,
sin cuestionarme por qué te amo.

Te amo
sencillamente porque te amo,
yo mismo no sé por qué te amo.

Pablo Neruda

Francisco Gago Nieto- (contemporáneo)





Un cuarto con Luna Francisco Gago Nieto autor
Eclipse de sal

Le pedí a la luna
que se dejara engañar
que engatusara al sol
para no dejarlo despertar.

Le prometí que dejaría la ventana abierta,
para que se escondiera.
La noche a la soledad la enfría
y a la mañana un haz de amor,
lo espera.

Un reflejo que guiña
a cada suspiro de mar
que levantan sus mareas,
y le tirita al amar.
Para fundir el eclipse de tu beso
un beso de los de esos
que alimentan todo soñar.

Y llegan otra vez los recuerdos
esta vez la ventana esta cerrada
La luna no ha salido
duerme con el sol
y corren sus niños.

Sueños
Alegrías
Besos de eclipse
que nacen todos los días
y nos hacen felices.

Francisco Gago Nieto

EPISODIO 8-MACEDONIO FERNANDEZ



-OLMEDO


CAPÍTULO 8-MACEDONIO FERNANDEZ

El "capítulo siguiente" de la autobiografía del Recienvenido
De autor ignorado y que no se sabe si escribe bien Nota del Editor. (El autor también figurará
escribiendo.)
Presentamos el más escrito de los ocho capítulos de esta obra, que no se cree haya habido
quien la escriba, pues su autor era tan desconocido a los diecisiete años que es imaginable
cuánto habrá progresado después, tanto más cuanto la precocidad fue la primera cualidad que
adquirió; a los nueve años era ya casi un niño y a los once ya tenía un hermano que entendía a
Bergson; lo que éste mismo no pudo nunca con toda la inteligencia que le consiguió su
influyente familia.
Tan es así que si tan es así no fuera todo lo que de él se sabe no se ignoraría todavía. Como
desconocido es el más completo que haya sido encontrado con vida en la historia desde el
pasado hasta una semana próxima que tenga días; más adelante no se sabe lo que sucederá y
limitamos nuestra aseveración a lo pasado y al retazo de porvenir que está inmediatamente
detrás de una próxima salida de "Proa" (no he leído a Bergson pero lo escribo regular, como
queda probado); fieles a "Proa", el formato de porvenir que nuestra inteligencia alcanza a
columbrar no pasa de ahí, un día más y no sabemos nada. No venimos tan bien informados
como Mahoma que llegó exacto el primer día de su era; si arriba un día antes no tiene dónde
acomodarse en el tiempo.
Tenía el porte y los rasgos de fisonomía de extremo parecido a los del héroe desconocido y
pudo ganarse la vida lo mismo que este funcionario europeo, si no fuera que lo diferenciaba
un desaire héchole por la Naturaleza: la pronunciada curva en la espalda, que dicen algunos
era una pulmonía de repuesto que llevaba. Admiten otros que su torso presentaba ese martillo
a favor, por efectos de excesivas lecturas; no porque lo que uno lee se le gane allí cuando no
sirve para la cabeza, sino por descuido de su postura en el acto de consumir renglones.
El preámbulo, que hasta aquí era corto, virtud que no le va a durar, no podemos apagarlo
todavía. Tenemos que decir que con el mismo trabajo que se tomó el autor para hacer esta
autobiografía pudo decirnos algo de su propia vida. No nos dejaría así, tan completa como si
nos la hubiera prometido, una ignorancia erudita y sin compostura ya de sus vicisitudes y
carácter, que pasamos a editar bajo evidentes dificultades. Nuestro autor es verdaderamente
incógnito; si no fuera que Shakespeare tiene ya con quien se le confunda, sería una
satisfacción ofrecérselo para ese propósito. La lectura de sus obras no nos procura base para
juzgar sus talentos de escritor; ignoramos siempre si cumplía años, si nació disgustado, si
mejoraba de las enfermedades o moría cada vez; si su vida se prolongó hasta el fin de sus días
o pudo la ciencia hacerla concluir antes; si disputó que su deceso era prematuro o se puso del
partido de la concurrencia mortuoria que "lo lamentaba", por tardío; si por extremo de
puntualidad se presentaba siempre en el lugar de la cita un cuarto de hora antes de llegar o al
contrario tenía reputación de ser el primer en llegar tarde, a casa del dentista u otros locales
de distracción; si se conocía cuando tosía o nadie lo oía por tratarse de tan famoso
desconocido; si logró que el porcentaje de horadación de su inteligencia por obra de las
buenas lecturas y las instrucciones pública y universitaria fuera menor que el soportado por
jóvenes más respetuosos, como yo, por ejemplo; si donde se le invitara a comer (iría yo; ¿es
extensiva la invitación?) agrandaba los agujeros del mantel que circulaban cerca de su mano
para investigar hasta qué dimensión podían abrirse los ojos de la dueña de casa ante ese
espectáculo exasperante y luego la mortificaba diciendo que: agujeros mejores y de color más
sufrido que éstos se vendía en cualquier negocio, donde había, además, jabones para lavar de
agujeros los paños, y cepillos para echarlos fuera del mantel junto con las migas. Su
conversación de sobremesa la efectuaba debajo de ésta (debajo de sobre es imposible: debajo
de mesa) gateando, molestamente interesado en recolectar los agujeros que no habían dado en
la bandejita de migas; y luego remiraba todo alegando que el más surtido de ellos no estaba
en ninguna parte, lo que metafísicamente era indefendible; según la hipótesis más plausible y
festejable, debía haberse zafado por dentro de sí mismo y desaparecido; de lo que no se
responsabilizaba. La señora se aprovechó, vengativa, de la debilidad gramatical incurrida por
nuestro íntimo desconocido: ¿Dónde está su gramática, hombre de Dios? ¿Cómo puede un
agujero solo ser surtido? -Yo lo he visto surto junto al botellón y después no lo vi zarpar.
Esto último y algo anterior pertenece a lo que no se sabe de él y lo insertamos como
muestrario de la variedad inmensa de cosas que somos capaces de idear para rellenar una
existencia de contenido ignoto; es prueba también de que si algo más ignorábamos de él lo
haríamos público. Las más adelantadas excavaciones que se hacen en las bocas de sus
vecinos no dicen en qué ciudad o barrio vivió y sólo han completado nuestro
desconocimiento con la información de que él mismo no se conocía: ante un cobrador del gas
Recienvenido se extasiaba tanto como la Compañía por saber quién era el Recienvenido que
conseguía deber, más pronto que el más diligente vecino, tres meses de gas en un momento; y
se internaba en su busca, corría a llamar a Recienvenido.
Cuando vuelva tornaremos a tratar de él. Si se llega a saber que algo más puede ignorarse de
él, nos apresuraremos-hágase a un lado, lector, que podemos atropellarlo- a comunicarlo; no
consentiremos que se nos supere en la ignorancia que nos hemos labrado pacientemente a su
respecto ni en la prontitud en difundirla. Si supiéramos que tuvo por únicos amigos a Mark
Twain, Sterne y Gómez de la Serna -"buenos criollos" todos- y que procuraron ser
contemporáneos para visitarse con más frecuencia, no lo ocultaríamos; y no disimularíamos
que, quizás enojados, Sterne y Mark Twain se sentaron en la primera vereda del otro mundo a
esperar a De la Serna a quien el público retiene en la inaplacable aspiración de greguerías que
es leer de él, atento sólo a su propio gusto, sin considerar que Ramón no halla quien le
prepare risa, cocina y no come, guisa y no sisa y tanto como se queda, tanto se le espera, del
otro mundo en la primer vereda.
Lo advertimos porque quizá la lectura no lo dé a ver; con la presente obra entendemos hacer
el lanzamiento, la primer entrega, la soltura, despavorido lector, de la inesperada y acreditada
Literatura Confusiva y Automaústa, de lectura fácil (de omitir), en la que se espera tanto... del
lector, de su originalidad; inaugurámosla en vista del reducido resultado de la otra, cuya
perdición se preveía, desde que el público se obstinó en utilizarla principalmente para lectura
-a veces sus lectores tenían un volumen en las manos y otro en la oreja; y encendían el uno en
el otro. Todos sus defectos se hicieron públicos así; ocasionáronse desventajosas
comparaciones con el papel en blanco y sobrevino la nostalgia de esta clase de papel, que
debe haber existido alguna vez -toda una hoja en blanco de papel parece haber sido
encontrada inmediatamente encima de la torre de Babel, del Arca de Noé y del
descubrimiento de América, en ruinas-, y que habríase de volver a inventar como el agua en
un cabaret. Dejemos esto y sigamos viviendo, me digo. Y concluyo.
EL EDITOR.CONTINUARÁ

EPISODIO 7- MECEDONIO FERNANDEZ




ESTATUA-OLMEDO

EPISODIO 7- MECEDONIO FERNANDEZ

El bastón de Recienvenido
Desde que dejé olvidado mi perro, colgado en una percha del vestíbulo o metido en el
paragüero de una casa que visitaba, decidí reemplazarlo por una omato-compañía más
inseparable, pues personas de mucho éxito en la retención de sus varitas garantíanme no
recordar caso alguno de olvido de bastón, aparte de otros inconvenientes que no se
promueven entre bastones en los vestíbulos y sí entre perros.
Tan positivo aserto me extrañaba. Simplifiqué rápidamente la situación mental para llegar a
la verdad: olvido de comprar bastón, olvido de este mismo bastón y olvido de haberlo
olvidado, porque la memoria de olvidar no hace distingos y el que olvida un bastón sería
contradictorio que recordara haberlo olvidado y haberlo poseído.
Supongamos que yo (adoptemos la hipótesis en primera persona) he perdido o no un bastón.
Si usted por ejemplo (adopte usted la hipótesis; es justo que usted también sea obsequiado
con supuestos) presumimos que es mezclado con el pavimento por un automóvil...
Noto que usted es moroso en calzarse la hipótesis que le he brindado. Mientras espero que se
la pruebe, lector, para ganar tiempo me ocuparé de otra cosa, por ejemplo de...
En fin, no pretendo sino que, como acabo de hacerlo, las diferentes hipótesis que por
momentos exija mi relato sean turnantes, sin abusar asignándole a cargo de usted los peores
supuestos. Además, como suministrador de todas las hipótesis de mi libro y como el lector de
buen humor es el que ha hecho todas las reputaciones literarias, no haré caer sobre usted
ninguna hipótesis cruel sino cuando note que, algo soñoliento, está completando la horita de
sueño que le falta de anoche, libro en mano. Entonces mi hipótesis no será en su mente más
que un ensueño sin consecuencias. Yo también conozco los mejores locales y oportunidades
de completar sueño; un sueño abundante favorece mucho a la inteligencia, y es así que yo
dormía tanto, por ejemplo cuatro horas en casa y tres en laFacultad, que llamaba la atención
por mi despejo; hubo que inventar clasificaciones tan altas para estimularme, que yo las
pasaba cómodamente por debajo.
Con mi sistema se aprende más que faltando a clase. Sin embargo, un día primaveral en que
no asistí me resultó provechoso, pues supe tantas cosas de Juanita, la tercera prima de un
mucamo vecino, que con los dos tercios de parentesco que éste no usaba me enteré más del
Paraíso que oyendo la conferencia de Teodicea.
He aquí un prólogo cuya continuación depende del lector; se lo abandono. Pero el bastón, que
con esta interrupción ya parece funcionar como bastón perdido, vuelve a nuestro asunto.
Recienvenido lo había elegido de los más largos en una vidriera. La gran distancia a que
estaba el regatón de la empuñadura, hacía llegar a su portador de una vereda a otra más
pronto que sus congéneres comunes, y parte de la reputación de puntual que tenía
Recienvenido se debía a esta virtud de su regatón, de llegar un poquito antes; era, en fin, la
magnitud a que debía estirarse una varita de gusto, pues esas pequeñas que parece que no se
llevan, o que a cada paso el caballero las alza de la vereda, distraen a los botines de su tarea,
siguiéndoles una conversación como la del hombre de la esquina con el vigilante en el centro
de la calzada a medianoche, que perturba a éste en su trabajo de no estar en su casa, único
trabajo perfectamente continuo y por lo tanto delicadísimo que es dado al hombre efectuar.
Cuando lo dejaba en un paragüero, no trababa pelea de perros con
otros bastones, ni idilios con el pie de las sombrillas; le merecía tanta confianza a
Recienvenido que a veces, en asunto grave, éste iniciaba su discurso diciendo: "Yo y mi
bastón opinamos".
1922-CONTINUARÁ

EPISODIO 6-MACEDONIO FERNANDEZ





EPISODIO 6-MACEDONIO FERNANDEZ

"Añadiremos, para no haceros esperar más como conferencista y finalizando con un
consuelo, que recientemente comprobamos que los públicos de accidente también se caen.
Estábamos presenciando un desfile militar, desde las localidades altas de un gran árbol,
cuando éste se viene abajo, porque resultó que lo que creíamos ombú había sido una planta de
espárragos crecida morbosamente pero débil no obstante su magnitud.
"-'Os escuchamos respetuosamente` -f inalizaréis diciendo, y yo tomaré entonces la palabra.
"Me habéis halagado, alegrado tanto con lo que os atribuyo haberme dicho, que voy a
recompensaros con tales manifestaciones, que, aunque fatigados de tanto abrir la boca,
vosotros, virtuosos de la boquiabriencia, volveréis a abrirla de vereda a vereda, como suele
decirse elegantemente, con lo que vais a oírme.
"Soy el marido `sintético'. Los hombres por síntesis, como yo, estudiamos las importantes
pequeñeces que el hombre por alumbramiento (y otros detalles) desdeña. Además, como lo
habréis advertido, no soy el Hombre Invisible sino, al contrario, el Hombre Evidente, algo
más raro, útil y difícil.
"Yo he estudiado la duración del tiempo que invierte un botón que se cae y pierde, en
esconderse tras la pata de la cama hasta que se va su amo. Entonces se encanima a treparse
sobre el techo del ropero. Este tiempo también lo estudié. Un botón, en seguida de
extraviarlo, debéis pesquisarlo primero bajo la cama y sólo más tarde sobre el ropero, pues
emplea tiempo en esta ascensión.
"No os sobrevengo con la novedad de que se acabó el Infinito; ni la de que este mundo se ha
combinado con todos los botones cosidos flojos como traje hecho (con lo cual uno se cree
nuevo y lo creen nuevo); ni la de que el hombre que se ubicó en el vacío para vivir
eternamente, se abanicaba. Ni siquiera os recomendaré que acepte cada uno su lote de
ridículo, de antipatía. Ni disertaré sobre el Suspiro Irrompible o Los Anteojos de No Ver,
ahumados.
"Soy un hombre módico que quepo en todo mínimo de todo caso y cosa: de las inmensas y
graves cifras de finanzas, comercio y producción del número de fin de año de los grandes
diarios, la única noticia que busco es la de que no se haya perdido la cosecha de `huevos de
gallo'.
"En fin, os comunico que así como el destino de los autos es la abolladura, el mío era desde el
principio la longevidad y por el método de todos los longevos: seguir vivo. Pero otra cosa
además de eso necesitamos los futuros longevos. ¿Qué he hecho yo de diferente del hombre
común de corta o media vida?
"Yo creo que el longevismo... Ordenemos mejor la exposición. "La corbata larga, de nudo
con cuello duro doblado y apretado, que se lleve constantemente desarreglada, salida,
empacada, es al mismo tiempo lo que conquista más pronto el amor y dedicación de toda
mujer y la secreta causa del longevismo.
"No conozco a nadie que haya pasado por más tentativas de ahorcamiento por parte de los
amigos y hasta de un transeúnte femenino cualquiera o de un mozo servicial de bar, que yo
con esa corbata. No conozco a nadie que no haya sido turbado por las señas, invitándonos a
un aparte inopinado, de algún empleado de tienda o de un transeúnte o mozo de bar. Era
equívoco, era riesgoso seguir estos llamados. Acatándolos, al poco rato me hallaba
afablemente tironeado de mi corbata (es el atletismo que no falta a las personas más endebles;
un fuerte tirador de corbatas empacadas, torcidas, saltadas, voladas, derramadas o flojamente
oscilantes, vive en cualquier frágil humanidad.)
"Todos los que tienen latente vocación para verdugos de ahorcamiento se alistan
inmediatamente ante una corbata desanudada y os piden os entreguéis, con atlético gesto; se
apoderan de los extremos de la corbata y os la arreglan, desarreglando algo también..."Sin saber estas cosas, nadie puede ser feliz. El que no las sabe es tan desdichado como un
público callejero de bobos ociosos que no saben elegir entre uno y otro de dos accidentes que
ocurren en el mismo instante en distinto lugar, por la anarquía o falta de concordancia de los
programas para accidentes de ese día."
Entre los papeles de Recienvenido no hemos encontrado continuación o final de esta
conferencia. Sea porque lo que se concluyó fue el público, molestado por las intemperancias
de Recienvenido, o porque a su conferencia le ocurrió también un accidente.
1922
CONTINUARÁ

EPISODIO 5-MACEDONIO FERNANDEZ




EPISODIO 5-MACEDONIO FERNANDEZ
Conferencia no anunciada de Recienvenido en el local de su accidente
Deseosos de. ser "útiles a nosotros mismos y a nuestros semejantes", para lo cual nos han
educado gratuitamente, dejamos ¿en pos de alguien, de la "bella desconocida"? a
Recienvenido, bregando en medio de la vía por levantarse de su accidente. Autores como
somos de muchas autobiografías exactísimas, hemos experimentado que aparece de tanto en
tanto en las narrativas algún momento literario en que el escritor debe dejar a su protagonista:
ese instante sonó ahora, cuando todo nos impulsaba a consolarlo, demostrándole que no se
había caído sino que, miradas desde una ambulancia de la Asistencia, las personas que se
quejan y muestran desgarradas las ropas parecen caídas.
Irritábase por nuestro alejamiento y la concurrencia de gran público que, llegado seguramente
de otro punto, arribó no obstante tan pronto como si la ambulancia lo trajera por previsión
gubernamental junto con los auxilios en vista de la morosidad del público no oficial, o como
si existieran destacamentos de público apostados distributivamente en las proximidades de
los lugares para accidentes, que acudirían en un instanite a curar con su presencia a la persona
que al final de una caída es atropellada por el suelo. La rapidez con que se improvisa una
concurrencia en redor de un asesinado, robado o derribado, evidencia el esfuerzo de amor
propio con que la población quisiera demostrarse superior en ligereza de piernas a la víctima.
En una caída de tres metros el piso llega demasiado tarde y daría tiempo al público para
llegarantes del accidente, que es Toque merece una ciudad como Buenos Aires, pues es
descrédito para una metrópoli de canillitas y futbolistas que cualquier común accidentado los
supere en agilidad y llegue siempre al lugar antes.
Tal lo dijo en su exordio, en aquella ocasión de conferencista, Recienvenido, irritado por su
desastre y tratando de humillar a la gente que se había agolpado a mirarlo.
Disertó así. "Deberes y Responsabilidades de un Público de Accidentes:
"Si os proclamáis habitantes de la ciudad que no sólo vende mas diarios sino que gracias a
sus raudos canillitas los vende más pronto, y del mejor fútbol del mundo, no os hagáis nunca
esperar de un accidentado y
penetráos de que el modo de no llegar tarde será llegar antes del suceso. Esforzáos, por lo
menos, en ser un público de las caídas que llegue antes que el suelo.
"Inmediatamente, vosotros que lo esperáis le diréis, lisonjeándolo merecidamente:
"-Crea usted, señor, que es la única persona que ha conseguido quebrarse una pierna en el
metro cuadrado donde usted está. Muchos lo han intentado y nos han hecho esperar
repetidamente, sin conseguirlo.
"Es admirable cómo de una vereda tan baja, en un suelo tan escaso y con una pierna tan
pequeña, habéis conseguido una cojera tan completa y durable.
"Además, vuestro accidente tiene el mérito de que se ven claramente todos los elementos
causales del suceso; tan pronto como os avistamos percibimos que el motivo ocasional de
vuestra caída tenía que haber sido el hecho de haber, durante vuestro sueño de la pasada
noche, soñado con bananas enteras; y como los sueños se realizan por mitad, ahora habéis
caminado sólo sobre las cáscaras

EPISODIO 4-MACEDONIO FERNANDEZ




EPISODIO 4 -
Esto daresultado; se comprende que conferencia tan
pronta y con tal tema no es la colosal fatuidad y entrometimiento ignorante que suele
sospecharse, sino la ansiedad por quitarse cuanto antes la pátina de recienvenidez. Ser
"recienvenido" en Buenos Aires ni por un momento se perdona; es como insolencia).
("proa', 1923)
El accidente de Recienvenido
-Me di contra la vereda.
-¿En defensa propia? -indagó el agente.
-No, en ofensa propia: yo mismo me he descargado la vereda en la frente.
-La comisa de la vereda -apuntó un reportero- le cayó sobre el rostro a nivel de la tercera
circunvolución izquierda, asiento de la palabra...
-Y del periodismo -insinuó el accidentado.
-Que ha recobrado en este momento. -Y sigue redactando el periodista: -El artesonado de la
acera...
-No se culpe a nadie, propongo... -No, eso es para suicidarse.
-De mi pronta mejoría, quería decir. Ruego al señor reportero que figure algo en la noticia de
"decúbito dorsal".
-No hay necesidad: los operarios tipógrafos lo ponen siempre. O si no, ponen: "base del
cráneo".
-¿Se me dirá si me puedo levantar sin deslucir la noticia de un suicidio?
-¿Iban mal sus negocios?
-Nada de eso: la única dificultad ha sido el cordón de la vereda. -¿Puedo anotar oposición de
familia a su noviazgo?
Otro insiste en que había mediado agresión y le ruega aclare si se interponía "un viejo
resentimiento".
-Alguien, un desconocido desde mucho tiempo atrás para usted, avanzó resueltamente y
desenfundando un cordón de la vereda ColtBrowing se lo disparó.
En fin, Recienvenido empieza a sulfurarse y los increpa:
-¡Yo estaba aquí antes que ustedes y mis informes son más anticipados! Voy a darles un
resumen publicable:
"Yo caí. fui derribado por el golpe de la orilla de la vereda; sin embargo, no necesitaba ya
serlo, pues mi cabeza salió a recibir el golpe yéndose al suelo.
"Caí; fue en ese momento que me encontré en el suelo. Ninguna persona había.
-¡Estaba yo! -Y yo.
-Y yo --dicen los reporteros.
-Muy bien. No imaginando que hubieran tantas personas en torno mío que me precisaran,
invertí unos minutos de desmayo en estarme
quieto sin apresuramiento. Cuando desperté, me supuse o que había recibido parte de la
vereda en la cabeza, o que había leído algún capítulo de Literatura Obligatoria del Mío Cid o
el Cielo del Dante. Rodeado, en las cuatro direcciones de la instrucción pública, N. S. E. y O.,
por infinitas personas en número de setenta que habían abandonado importantes negocios
para formarme un cinturón zoológico suburbano, se llamó a la Asistencia Pública para que
me trajera un vaso de agua que nunca llegó. -Retardo de la Asistencia Pública -anota un
cronista.
-Algo de delirio -otro.
-¿Me permiten? -siguió Recienvenido-. No obstante la falta de horario, el accidente es la
única cosa que yo nunca he visto desperdiciar; el agua caliente, el fuego, desperdiciamos con
frecuencia, pero siempre alrededor de aquél he visto a muchas personas que están juntando al
accidentado, rodeándolo para que no se filtre y desparrame, formando un círculo tan perfecto
como perfecto es el centro de él formado por la persona más o menos completa en el
momento que ha tomado el papel de accidentado.
1922

EPISODIO 3-I. PAPELES DE RECIENVENIDO-MACEDONIO FERNANDEZ




EPISODIO 3-I. PAPELES DE RECIENVENIDO-MACEDONIO FERNANDEZ
Recordará el lector que al empezar este libro me di un golpe y tomé la pluma para
detallar que por efecto de él -como el suelo está al alcance de todas las personas, no
faltará al lector ocasión de verificar la exactitud del síndrome a posteriori de un golpe-,
podré decir con solemnidad: los signos premonitorios o semiológicos de haberse dado
un golpe, son: tumefacción en la región receptora, gran número de espectadores que
antes estaban ocupadísimos a varias cuadras de allí, tres vigilantes a pitadas
alternantes... (Estos vigilantes no pueden arrestar a un golpeado sin traer mucha gente.)
Pero me temo que estos paréntesis van a cansar al lector más aún que si se tratara de un
libro consagrado como la Divina Comedia o el Paraíso Podado u otra obra bostezable
como las quej umbres de Fray Luis de León o del constante inocente Leopardi... Sin
embargo, estoy con León: hay que huirle a los voluminosos dorados y artesonados y
buscarse asiento alejado donde le caigan a otro (me acuerdo cariñosamente del
prójimo) o entrar en salones donde ya se hayan caído o en el que el artista haya
esculpido en el piso las peligrosas comisas. El suelo no cae encima: es el mejor adorno
de una casa y por eso en la Antigüedad, tiempo de las cosas bien hechas, se colocaba un
suelo a los edificios haciendo juego con el techo y en dirección opuesta, de manera que
el que penetrara -los edificios no son impenetrables- en ellos, tenía el gusto de ignorar
continuamente si había puesto los pies -e1 cojo Agesilao ponía un pie y una muleta, y
se le perdonaba cojear porque se había hecho querer-en el cielo raso o en el piso. Esto
ofrecía la ventaja, nadie me lo va a creer, de... Pero se me ha olvidado esta ventaja:
debo haberla leído en algo que se ha escrito y en el afán de pasarle el libro a otro no he
retenido bien el párrafo. Lo que es difícil de retener es al lector: ¿por dónde andará
ahora? Uno, al menos y sin pretensión, necesito cada vez. Al principio lo había
conseguido y no he sabido cuidarlo. Es inmodesto, y quizá le incomodará, haber topado
con el único libro en que solamente el autor habla. En lo que precede puede haberme
desconceptuado, pero las próximas páginas me acreditarán de escritor agradable, nada
genial ni erudito y muy conocido.
(Escrito en una aldea donde la recienvenidez, de solo una vez, no se le saca uno nunca.
En Buenos Aires, que estima inverosímil haber vivido hasta los treinta o cuarenta sin
conocerla, por lo que hay que sacarse pronto la recienvenidez tardía, todo el primera vez
llegado, que conoce en los semblantes el mal gusto del no haber nacido en ella, se
apresura a dar una instruidísima conferencia sobre "La Argentinay los argentinos" tres
díasdespués de desembarcado.

I. PAPELES DE RECIENVENIDO-MACEDONIO FERNANDEZ



CAPÍTULO 2-I. PAPELES DE RECIENVENIDO
Aborrezco las estatuas:
casi siempre son hombres con sobretodo griego, o amplia levita de mármol. Si absurdo
suele ser el traje actual del varón, esos botones y trencillas de mármol, ese trozo
gruesísimo de mármol que simula los faldones levantados levemente por la brisa, son
intolerables, y todo para que un hombre esté allí asegurándonos con su mano y su boca
que nos va a decir cosas elocuentes y no se le oye en todo el día.
Si uno fuera a hacerles caso, no penetraría en ninguna plaza, pues están a la entrada con
el brazo tendido hacia mí (y demás personas). Dicho brazo grita: "Vete, deténte". No
atienden recomendaciones aunque en vida no hacían otra cosa que pedir o dar empleos.
Felizmente la naturaleza los ha dotado de la incapacidad de darse vuelta, y aprovechando
un momento el gran sistema es entrar por el lado opuesto, apuntándose de camino un
cafecito en el boliche de los "Tres Angeles y Medio", que hace tanto negocio a espaldas
del grandioso personaje. Voy a cerrar aquí el paréntesis; es fácil volver a abrirlo.)
Un instante, querido lector: por ahora no escribo nada. Estoy callado para meditar acerca
de un telegrama que leo en "La Prensa" y que me asegura no haber sido destruida por la
explosión la ciudad próspera y antigua de Muchagente -Vielemenschen-, sino levemente
dañada y tan poco que si hubiera explosiones de gigantescos arsenales que mejoraran las
casas de las ciudades, ésta sería una. Hace tres días la ciudad voló; a la tarde ya la mitad
había reaparecido y con la otra mitad o dos mitades más que se encontraron intactas ayer,
resulta que el ciento por ciento de las cuatro cuartas partes gozan del orden restablecido y
hoy tiene más mitades que antes. Los muertos por la explosión tienen de nuevo donde
vivir y creo que hasta hay dos casas más: quizá una para mí y otra para el corresponsal
de los telegramas. Yo no voy a viajar fuera de mi domicilio para ir a una ciudad de gran
explosión postergada, cuando en este momento me avisan queestá servido el desayuno.
Viajar: uno está expuesto a hablar idiomas que no sabe, por no estar callado en alemán,
que tampoco lo sé hacer. Además recibí una notificación del Ministerio de Policía
recomendándome no ira] país para no aumentarla disminución de alimentos que abunda
en toda la nación, Yo iba a contestar al Ministerio interpelante que no podía reinar el
hambre en Alemania porque como república que era -según se advertía por la orientación
de las calles y la costumbre de que los habitantes de las casas las ocupen por dentro-,
ninguna entidad puede reinar en ella.
Pero pido al lector ayude a no meterme en incidencias. A veces se pierde la vida en un
incidente, siendo la vida útil y los incidentes inútiles. Mejor es seguir practicando la
longevidad, como lo hago yo desde la niñez, porque si bien la muerte mejora la
reputación de las personas... Mas recuerdo que he suspendido el escribir hace ya mucho
rato y si el lector se ha tenido cerca voy a explicarle lo que pasó con aquel golpe.

I. PAPELES DE RECIENVENIDO-MACEDONIO FERNANDEZ




PAPELES DE RECIENVENIDO
SALVEDAD
Ni ésta, pasajera, ni una eterna obra literaria, ni un autor común ni uno privilegiado de
inmortalidad, pueden atribuirse audiencia en la tensión noble de esta hora mayor de la
humanidad. Con escalofrío tendría que mirar un autor consciente el desaire del andar
aparecido de un libro suyo por entre la desatención suprema de una humanidad en única
ennoblecida contención.

De una edición de solo doscientos ejemplares ésta es esencialmente una segunda, después de
casi quince años de aquélla y de prometida ésta. Para que su manuscrito yacente en un
armario no moleste mis pocas energías mentales, que dedico a la pulsación actual de lo
humano, lo saco de cerca de mí; todo nos gasta a los ancianos.
Creo que salvo pocos renglones felices no aporto novedad en la humorística que había
estudiado tanto. Que el lector, condolido, a ml personalmente me perdone lo que, juagante,
no perdonará al libro.
Si muchos miedos, y una constante imposición del Misterio, hacen humorista, nadie escribirá
más alegremente, hará más optimistas que yo.

M. F.
I. PAPELES DE RECIENVENIDO
El Recienvenido (Fragmento) ¡Fue tan fortísimo el golpe que no hay memoria en la
localidad de que en los últimos cuarenta años se haya registrado temperatura tan elevada
en la región golpeada! (Otra cosa que los más ancianos del país no recuerdan es que yo
haya sido visto con dinero algún día en ese mismo intervalo; pero eso lo diré más
adelante, cuando otro hecho excepcional requiera el énfasis de una referencia a cosa no
acaecida en cuarenta años. Esos intervalos de 40 años tan cómodos se encuentran en
cualquier localidad, a menos que hayan sido recientemente atropellados por una
locomotora y que todavía el ayuntamiento local no haya iniciado su reconstrucción. Es
muy conveniente que una vez registrado un terremoto y puestos hacia afuera sus
bolsillos, se le coloque en el departamento contiguo al de intervalos de 40 años y al de
las temperaturas más revisadas y registradas, y que estos tres locales estén siempre a la
izquierda y a breve distancia de la Estación de tren, que es el lugar donde se elevan las
tarifas, con amplia facilidad para descan ilamientos a la derecha. Un poco más allá... todo
viajero que no se haya quedado en su casa debe saber distinguir el lugar denominado unpoco-
más-allá, sin lo cual andaría tan extraviado como si no hubiera leído nunca-lo que
no puedo creer- mi discreta obra "La Guía del Cojo en el Camino Recto de la Vida".
Soy de un temperamento tan instructivo que no puedo dejar de informaros que todos los
pueblos existentes -los inexistentes son malsanos- deben tener una estatua del inventor
de los lados derecho e izquierdo y los de revés y anverso, distinción ésta que sólo los
agujeros escurren. No me pregunten ahora el por qué los comisarios más abusivos
siempre se abstuvieron de llevar presa a ninguna estatua, que viven en las plazas como
los vagabundos, ostentando el mal ejemplo de su holgazanería.

Papeles de recienvenido y continuación de la nada, Papeles de recienvenido



http://www.elortiba.org/macedonio.html
Macedonio Fernández
Macedonio Fernández fue un escritor argentino, autor de novelas, cuentos, poemas, artículos periodísticos, ensayos filosóficos y textos de naturaleza inclasificable. Ha ejercido una gran influencia sobre la literatura argentina posterior. Wikipedia
Fecha de nacimiento: 1 de junio de 1874, Buenos Aires
Fecha de la muerte: 10 de febrero de 1952
Libros: Papeles de recienvenido y continuación de la nada, Papeles de recienvenido

Macedonio Fernández (Buenos Aires, 1 de junio 1874 - 10 de febrero de 1952) perteneció, cronológicamente, a la generación modernista de Leopoldo Lugones, pero su proyecto artístico original y excéntrico lo convirtió en un faro de las vanguardias rioplatenses y en un fundador de distintos linajes textuales de la literatura latinoamericana. Su proyección intelectual se ha visto acrecentada en la medida en que se ha ido publicando la inmensa cantidad de textos que quedaron inéditos. Se han publicado, hasta el momento, nueve tomos, en el marco de las Obras Completas editadas por Corregidor. El inteligente y arduo trabajo de ordenamiento, desciframiento de manuscritos y salvataje de documentos estuvo a cargo de su hijo Adolfo de Obieta, quien tuvo la sagacidad y la vocación de rescatar este legado tan valioso para el patrimonio de la Humanidad.

El tardío conocimiento de su silencioso trabajo ha contribuido a la configuración de una imagen ya legendaria y entrañable en la tradición de nuestras letras: Macedonio el gran conversador y agudo humorista. Los testimonios de quienes compartieron su mesa de café, la tertulia literaria o su pieza de pension, todos conspicuos escritores, músicos, intelectuales, etcétera, dieron convergentes versiones de su diálogo inteligente, creativo, estimulante y de brillante humor. Dice su íntimo amigo, Raúl Scalabrini Ortiz:

"Es suave y cauto para hablar. No prodiga sus palabras. Escucha en silencio, pero si su interlocutor se desvía del recto camino, Macedonio le orienta con interrogaciones socráticas, articuladas negligentemente. Destruye las vehemencias sin atacarlas, oponiéndoles un concesivo ¿le parece? que es una invitación a reflexionar."

PODRÁN LEER EN ADELANTE "PAPELES DE RECIENVENIDO..." en episodios brindados día a día en este espacio./http://www.revistalamasmedula.com.ar/pdf/PAPELES%20DE%20RECIENVENIDOS

PRIMERA PARTE:


PAPELES DE RECIENVENIDO
SALVEDAD
Ni ésta, pasajera, ni una eterna obra literaria, ni un autor común ni uno privilegiado de
inmortalidad, pueden atribuirse audiencia en la tensión noble de esta hora mayor de la
humanidad. Con escalofrío tendría que mirar un autor consciente el desaire del andar
aparecido de un libro suyo por entre la desatención suprema de una humanidad en única
ennoblecida contención.De una edición de solo doscientos ejemplares ésta es esencialmente una segunda, después de
casi quince años de aquélla y de prometida ésta...CONTINUARÁ