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Amparo Estévez Saviza

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Considero que un espacio interactivo debe servir para comunicar, compartir y pasar momentos agradables que nos ayuden a pensar la vida como bella y en este caso específico a conocer a los escritores y poetas que en todo momento transbordan vidas diversas arte y sueños a nuestro corazón...

miércoles, 27 de julio de 2016

Y TODO COMO EL DIAMANTE, ANTES QUE LUZ ES CARBÓN…





Y TODO COMO EL DIAMANTE, ANTES QUE LUZ ES CARBÓN…

Sé ir pero no volver…

Detesto andar la misma huella dos veces.



Por eso me aterran los hechos indefinidos, tal vez presiento cuando me equivoco.

AQUELLOS EN LOS CUALES NO SOMOS CAPACES DE TRANSITAR LA DERROTA COMO UN APRENDIZAJE Y EL CREER QUE LLEGAR A ESTE PUNTO NO TIENE SOLUCIÓN.



Por tremendamente reales que parezcan los hechos nefastos, tal vez no son tales.

¡Cuántas Alfonsinas han habido y habrá en el mundo!

Es cambiar los senderos por túneles estrechos, encerrarnos… Es notar que estamos ciegos y dar pasos en el camino en sentido equivocado…

Que a través de trasnochados andariveles podemos encontrar una salida que a veces es mejor de lo acaecido, visto esto último como derrota o fracaso.



Podemos accionar, distinguiendo en medio de esa oscuridad, una magnífica luz escondida, que se enciende sólo si la buscamos y se convierte en premisa indiscutible.



Si debo preguntarme cómo seguir, significa que al menos el combustible lo tengo: poseo la voluntad.

La voluntad nos hace permanecer atentos y de pronto construir un nuevo fortuito hecho que al revelarse nos introduce en el asombro del hallazgo, bendito y esperanzado, que nos salva…



Cada día voy siendo diferente y evoluciono; tal vez debo saber que la vida es infinita, más allá de la muerte, y lo que me sucede es solo mío y pasajero.



Esa es la vida, según mi punto de vista, que otorga años, minutos y segundos dignos de ser vividos, accionados por la memoria que da la experiencia y por el corazón que asiste y pernocta en cada uno, haciendo que haya paz y un espíritu que acompaña y no se deja vencer.

Nunca es tarde. Empezar por dejar los malos pensamientos, la desconfianza, el orgullo, la angustia y la impaciencia de lado.

Para que sea verdad que todo está mal, hay un tiempo. Hay una verdad que debemos descubrir…

Adelantarnos a los hechos en sí, sólo logra vencernos.

Es más difícil perdonarnos que perdonar y más difícil retractarnos que pretender que otros reconozcan su error. Todo lo que nos pasa tiene que ver con el entorno y quienes comparten el camino.

La misma nube que pasa y se descarga sobre la pradera, no es la misma que pasó ayer. Tampoco es el mismo el hombre que fue y hoy es…

Pero el alma, esa, siempre es la misma y ella es la que salva al mundo; la que está atenta y busca sus afines pidiéndole permiso y ayuda al corazón; por eso no hay que extraviarla, es lo único que nos pertenece de verdad.

El mejor diálogo con ella es la magia que establece un vínculo privado

entre los sueños y la realidad.

El alma juega su papel y a veces no le entendemos, pero siempre lo hace a nuestro favor.

Nos ayuda con la intuición, nos acerca con la necesidad del abrazo; nos hace ansiosos de amar y busca otra boca; nos hace felices al unirse con otra alma que ella también estaba buscando hace tiempo y nunca nos lo ha dicho.

Entonces nos sorprende y nos damos cuenta cuán pequeños somos ante lo magnífico de esa plenitud que sin saberlo nos otorga humanidad, bondad, tolerancia, paciencia, ternura, y cuando sucede es como que el sentido de la existencia se ha logrado.



Y defendemos la vida en común, gozamos con la obtención del amor recíproco, sentimos la fortaleza de haber enfrentado las más duras tormentas y hoy obtener el premio.

El premio de la felicidad lograda en grandes batallas es el más importante de todos, porque nos deja el sabor de, no solo estar conectados con el otro, sino el de haber descubierto los internos desde un lugar propio y lo logramos en base a eliminar la mentira; respetar los principios y entendiendo que el ser y el alma se dan por completo, pero constituyen un todo que no se va de nosotros. Están ahí siempre…Es lo que nos diferencia a nivel espiritual, de los animales. Hacer honor a sentir que Somos, es elevar su significación y adherir a reconocer el atavío como celoso custodio de nuestro breve paso por la vida…



Puedo equivocarme, lo sé, pero es mi intención que nadie debe darse por vencido. Que no sabemos nada del futuro, que es bueno dejar que nos sorprenda a cada instante, que entendamos: cuando se tropieza con un fracaso, no sabemos si en realidad lo es.



La dicha puede llegar cerca del final de la existencia, pero bastará para sentirnos realizados y premiados por tanta lucha…



Les deseo fortaleza, voluntad y visión certera para descubrir lo mejor para cada uno, esa felicidad que a veces tenemos frente mismo a nosotros y no vemos.



Que es maravilloso cuando nos sorprende luego de haber transitado el camino sinuoso de la vida, esa Vida que nos fue dada para sembrar y cultivar.

Sin olvidarnos que al sembrar el trigo, también estamos preparando el pan; muchas veces es la siembra que cosechamos luego, el bendito alimento del espíritu y el sustento del alma.

Amparo Estévez Saviza



AMPARO.ES – Derechos Reservados de Autor – 12/07/2016

DECORASTE MI VIDA





Amparo Estévez Saviza

Su vida es un pastel recién cocido. Puesto sobre la mesada. Muy caliente.

De aspecto apetitoso.

De hecho todos dicen algo de él.

De a poco va enfriándose.

Ya todos están ansiosos por comérselo.

Sabe que a partir de ahí su poca vida va llegando a su fin. Se lo comen casi todo.

Cuanto más tiene para ofrecer, más tragan…

Al oír tantas alabanzas termina por creérselo: no hay pastel más rico…

Así deja que de a poco engullan. Se ruboriza al oír cuántas bonitas palabras dicen.

En algún momento dejan de saborearlo y allí queda sobre la mesa, tapado con una servilleta. Todos se van.

Casi ni se da cuenta cuando más tarde, lo introducen en la heladera.



Al otro día alguien abre la puerta y pregunta:

– ¿Hay algo para el desayuno?

-Sí, hay un pedazo de torta…le contestan

-No, no me gusta, ya es vieja ¡Ayer estaba ricaaa!



¡¡¡TRISTE DESTINO EL MÍO!!! Piensa …



Sin embargo los milagros suceden y un día allí, en esa misma cocina, alguien llega y decide preparar un pastel de cumpleaños.

Era su momento…Manos prodigiosas las de ese Repostero.



“Ya al escucharlo hablar se emociona pensando en que va, él mismo, a pedirle que le convierta en la torta más rica del mundo”…



Una torta que fuese mágica. Que aunque la vayan comiendo de a poco, sirviera para el festejo del más bonito y emocionante cumpleaños del universo.

Que no le faltasen flores en el decorado.

Que estuviese cubierta de crema con chocolate.

Que una vela humeante hiciese cantar a la concurrencia y que luego todos aplaudieran.



Todos dicen: ¡¡¡Esta vez la torta es la reina de la fiesta!!!



¿Puede una torta ser feliz?..

Ella lo es, ahora sus ingredientes están equilibrados, medidos y bien pesados; mezcla revuelta con la cuchara de la Magia.

Presencia de vida en el aire y los aromas, la música, las risas, los aplausos y el chasquido de los besos, las voces de los niños, el vuelo de los pájaros, la presencia de la luna y las madrugadas más bonitas del mundo y soporta el llanto cuando es preciso. Vive la paz que no conocía…



Ahora sabe el valor de la corta vida de una sencilla torta y que a veces se tiene la suerte de encontrar el repostero que sabe hacerla, transformándolo todo…



Y se la comen, trocito a trocito, pero ya no le interesa, la magia lo ha trasformado todo; su vida, sus principios y sus finales, ya no le importa que no queden ni miguitas para la heladera…

El príncipe azul de los Reposteros ha incorporado la receta secreta y cada día la repetirá…

Amparo Estévez Saviza-Derechos Reservados de Autor.21/07/2016

RUIDO...Amparo Estévez Saviza







En este momento se me ocurre pensar que los mensajes no siempre llegan a quienes los entiendan o valoren, y por ende hace que sean posibles de escuchar con el corazón y reflexionar o ser desechados.



Estoy orgullosa que una mujer como Eva Duarte haya pasado por la vida de este pueblo maravilloso, que mezcla las razas, los corazones y genera las improntas que luego lo hacen grande.



Así como un adolescente vive intensamente las circunstancias y los sueños, cada pueblo nace, crece y va madurando.

Y se madura a través de caídas y golpes, a través del descubrimiento, a través del amor y el odio, la guerra y la paz, la ternura y la indiferencia; por eso siempre existe la esperanza.



La esperanza nos obliga a levantarnos cuantas veces caemos.

A ver la luz más allá de las sombras.

A sentir con la ingenuidad de los santos, la candidez de los niños y la inteligencia de los hombres.



A obrar conforme a la conciencia, la que no le ha sido arrebatada al caminante que tiene un destino seguro, porque las fuerzas de sus convicciones lo guían.



Pero hay zorro escabullido entre los árboles, a orillas del sendero, algo más que verde, que día y noche.

Más que aves con sus trinos, más que una luna que a pesar de lo frondoso, trata de hacerse ver… ¡Un sol que resplandece!



Hay un animal que no tiene una forma determinada, que se disfraza según la ocasión. Sonríe como las hienas, ruge para dar miedo, y se lanza sobre su presa en el momento menos pensado.



Ese animal se alimenta de su propia sangre infectada de odio, de ego maldito, de avaricia sin fin, de orgullo por poseer solo una habilidad: engullirse al desprevenido…

Los ñandúes disparan a campo traviesa, pero en algún momento se convierten en refugiados y tal cual los guanacos van a pedir comida a orillas del alambrado.

El hambre llora en las plazas y el mundo sigue girando…



El tema es que estar desprevenido sucede si pensamos que la maldad se traga a la bondad con mucha facilidad.

La bondad es una gacela que se yergue sobre su hermosura, que camina confiada, que es susceptible al miedo porque no ha practicado la maldad y no sabe los vericuetos que se le cruzan disfrazados de bonitos cuentos de hadas; que le inhibe la autoestima para dormir su vaguedad; que le pone las trampas para atraparla…¡Que siempre el disparo la alcanza!







LAS POLÍTICAS del mundo han hecho de la pradera un infierno cuyos habitantes son las gacelas pastando y la ha rodeado de franco tiradores, sonidos de palabras bonitas en la nariz del payaso, de testimonios falsos, de pregones que reinan en los medios de comunicación, de falsos oradores que se inventan y reinventan para proferir engaño.

De corrientes de viento huracanado que se presentan y se van a medida que les es útil al impostor.



Hablar del rebaño puede herir a las religiones, pero las gacelas nunca han necesitado un pastor porque son libres en sus almas y esclavas en su realidad.



A pesar de lo convulsionado del mundo, existe algo tan simple como la humildad. Saber entender la humildad es la clave.

No es humilde porque se arrodilla, sino porque respeta a los otros que son sus semejantes. Porque siembra su propia vida al darse y al recibir.



Nunca un acto de superioridad por sobre los demás ha sido ni será sujeto de convivencia entre seres civilizados; fiel testigos somos de lo poco de valor que tiene la ignorancia y la impudicia de las caricias hipócritas.



Quien no se conoce a sí mismo menos puede conocer a los otros. Y si los conoce y los hiere, es el cazador que siente felicidad al ver desangrar su presa.



El mundo está lleno de cazadores, pero, también hay personas que nos han gobernado con bondad, con el corazón puesto al servicio de los necesitados, esos que los cazadores tienen en la mira. Y un ejemplo es Eva Duarte…



Nuestro mundo tienen gacelas y cazadores. Todos vamos a ir a parar al mismo lugar. No ya la tierra porque las grandes corporaciones crearon los crematorios. Algo así como si las cenizas no fuesen testimonio…



Sin embargo todavía existe la tierra para recibirnos. Esa tierra que tiene los mismos gusanos para todos. Que el abono de la carne hace crecer las flores en la tumbas, se trate de quién se trate…

Eso nos habla de que todos somos iguales y las diferencias las creamos nosotros mismos, por acción u omisión…



Solamente hay una diferencia y esto sucede en la herencia que dejamos.



Cada vez que elevemos nuestras voces para enseñar cantar a las gacelas, éstas aprenden mucho de cómo defenderse y defender a sus crías.



Hay un modo mínimo de ayudarnos y es pastar por la pradera más allá de la vida y de la muerte, anunciando el buen vino de la paz, el bondadoso corazón que nos dice cómo accionar claro y limpio, la verdad como premisa y el honor de pertenecer a los seres humanos, como bandera. Un Alma pura que hace de la tierra un lugar para vivir feliz…



Predicar que los gobiernos sean elegidos con conocimiento de su responsabilidad, que el voto no sea un granito de arena que si cae en los ojos puede cegar.



Reconocer las reglas y respetarlas va más allá de los tiempos. Siempre existieron y sería bueno que las conozcamos muy bien para diferenciar las gacelas de los cazadores…

Para no ser tan vulnerables, si es posible, hacernos un ave de oídos biónicos que nos advierta que el cazador ha hecho sonar el pestillo del arma.

Y no volar asustados, sino hacer ruido, mucho ruido de incesante aleteo, para que todos estemos advertidos…



El cazador tiene un solo amigo que le advierte y es el ruido…



Puedo equivocarme, pero quiero hacer ruido



Amparo Estévez Saviza -Derechos Reservados de Autor – 26/07/2016