Y TODO COMO EL DIAMANTE, ANTES QUE LUZ ES CARBÓN…
Sé ir pero no volver…
Detesto andar la misma huella dos veces.
Por eso me aterran los hechos indefinidos, tal vez presiento cuando me equivoco.
AQUELLOS EN LOS CUALES NO SOMOS CAPACES DE TRANSITAR LA DERROTA COMO UN APRENDIZAJE Y EL CREER QUE LLEGAR A ESTE PUNTO NO TIENE SOLUCIÓN.
Por tremendamente reales que parezcan los hechos nefastos, tal vez no son tales.
¡Cuántas Alfonsinas han habido y habrá en el mundo!
Es cambiar los senderos por túneles estrechos, encerrarnos… Es notar que estamos ciegos y dar pasos en el camino en sentido equivocado…
Que a través de trasnochados andariveles podemos encontrar una salida que a veces es mejor de lo acaecido, visto esto último como derrota o fracaso.
Podemos accionar, distinguiendo en medio de esa oscuridad, una magnífica luz escondida, que se enciende sólo si la buscamos y se convierte en premisa indiscutible.
Si debo preguntarme cómo seguir, significa que al menos el combustible lo tengo: poseo la voluntad.
La voluntad nos hace permanecer atentos y de pronto construir un nuevo fortuito hecho que al revelarse nos introduce en el asombro del hallazgo, bendito y esperanzado, que nos salva…
Cada día voy siendo diferente y evoluciono; tal vez debo saber que la vida es infinita, más allá de la muerte, y lo que me sucede es solo mío y pasajero.
Esa es la vida, según mi punto de vista, que otorga años, minutos y segundos dignos de ser vividos, accionados por la memoria que da la experiencia y por el corazón que asiste y pernocta en cada uno, haciendo que haya paz y un espíritu que acompaña y no se deja vencer.
Nunca es tarde. Empezar por dejar los malos pensamientos, la desconfianza, el orgullo, la angustia y la impaciencia de lado.
Para que sea verdad que todo está mal, hay un tiempo. Hay una verdad que debemos descubrir…
Adelantarnos a los hechos en sí, sólo logra vencernos.
Es más difícil perdonarnos que perdonar y más difícil retractarnos que pretender que otros reconozcan su error. Todo lo que nos pasa tiene que ver con el entorno y quienes comparten el camino.
La misma nube que pasa y se descarga sobre la pradera, no es la misma que pasó ayer. Tampoco es el mismo el hombre que fue y hoy es…
Pero el alma, esa, siempre es la misma y ella es la que salva al mundo; la que está atenta y busca sus afines pidiéndole permiso y ayuda al corazón; por eso no hay que extraviarla, es lo único que nos pertenece de verdad.
El mejor diálogo con ella es la magia que establece un vínculo privado
entre los sueños y la realidad.
El alma juega su papel y a veces no le entendemos, pero siempre lo hace a nuestro favor.
Nos ayuda con la intuición, nos acerca con la necesidad del abrazo; nos hace ansiosos de amar y busca otra boca; nos hace felices al unirse con otra alma que ella también estaba buscando hace tiempo y nunca nos lo ha dicho.
Entonces nos sorprende y nos damos cuenta cuán pequeños somos ante lo magnífico de esa plenitud que sin saberlo nos otorga humanidad, bondad, tolerancia, paciencia, ternura, y cuando sucede es como que el sentido de la existencia se ha logrado.
Y defendemos la vida en común, gozamos con la obtención del amor recíproco, sentimos la fortaleza de haber enfrentado las más duras tormentas y hoy obtener el premio.
El premio de la felicidad lograda en grandes batallas es el más importante de todos, porque nos deja el sabor de, no solo estar conectados con el otro, sino el de haber descubierto los internos desde un lugar propio y lo logramos en base a eliminar la mentira; respetar los principios y entendiendo que el ser y el alma se dan por completo, pero constituyen un todo que no se va de nosotros. Están ahí siempre…Es lo que nos diferencia a nivel espiritual, de los animales. Hacer honor a sentir que Somos, es elevar su significación y adherir a reconocer el atavío como celoso custodio de nuestro breve paso por la vida…
Puedo equivocarme, lo sé, pero es mi intención que nadie debe darse por vencido. Que no sabemos nada del futuro, que es bueno dejar que nos sorprenda a cada instante, que entendamos: cuando se tropieza con un fracaso, no sabemos si en realidad lo es.
La dicha puede llegar cerca del final de la existencia, pero bastará para sentirnos realizados y premiados por tanta lucha…
Les deseo fortaleza, voluntad y visión certera para descubrir lo mejor para cada uno, esa felicidad que a veces tenemos frente mismo a nosotros y no vemos.
Que es maravilloso cuando nos sorprende luego de haber transitado el camino sinuoso de la vida, esa Vida que nos fue dada para sembrar y cultivar.
Sin olvidarnos que al sembrar el trigo, también estamos preparando el pan; muchas veces es la siembra que cosechamos luego, el bendito alimento del espíritu y el sustento del alma.
Amparo Estévez Saviza
AMPARO.ES – Derechos Reservados de Autor – 12/07/2016