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Amparo Estévez Saviza

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Considero que un espacio interactivo debe servir para comunicar, compartir y pasar momentos agradables que nos ayuden a pensar la vida como bella y en este caso específico a conocer a los escritores y poetas que en todo momento transbordan vidas diversas arte y sueños a nuestro corazón...

lunes, 17 de febrero de 2014

ALONDRA VALEY - HOY QUISO SER UN DÍA ESPECIAL PARA MÍ…



foto-Web


HOY QUISO SER UN DÍA ESPECIAL PARA Mí…

Sin embargo no lo fue…Tuvo todos los condimentos de un día cualquiera.
Esos días en que las personas pasan sin detenerse en nada y sin buscar nada. Sin esperar nada y sin encontrar una estrella para soñar un poco. Y digo que ha querido ser especial porque intentó algo de bondad y chocó con la nada.
Por lo tanto puedo decir que el día de hoy ha convertido mi vida en NADA.

Y pensar en esa cruel palabra es como morir un poco.” Los poetas a veces nos sentimos así y las palabras no brotan. Sus ojos no lloran. Las manos no acarician. Las mentes están en blanco y los sueños parecen ridículos.”

Sin embargo no es fácil aceptar la derrota y cerrar el presente día sin una plegaria
que me remonte a sueños imaginarios de caras desconocidas; de palabras buenas…

PALABRAS… Tal vez ahí se encuentre el secreto de los ecos de las montañas.

Ellas siempre responden. Se trate de lo que se trate. Nadie se siente solo si oye su propio eco. El eco le dice si su voz es profunda. Si es sentida. Si es el reflejo de una angustia, si es una despedida. Si es la voz sin respuestas. Altisonante pero hueca, burlona y llena de mezquinos gritos de sentimientos vacíos… ¡EL ECO lastima pero dice la verdad!

En el silencio de la noche me levanto a hurtadillas y busco a mi Eco.

El me dice la verdad y mañana sé si he sido tontamente un alma sin reflejos, o estoy en una tregua de final incierto. Prefiero esto último, porque así puedo obrar en consecuencia a mi natural predisposición a la alegría, al compartir, a reír si los demás ríen y por sobre todo a amar al otro, un alma que al igual que yo muchas veces busca su eco y no abandona la lucha…

MAÑANA sale el sol por encima de la montaña. Al levantarme lo hago con nuevas ilusiones. Y busco el mundo entre las teclas…y encuentro personas que me conocen. Entiendo a los que no me hablan. A los que obran sin sentido de pertenencia habiendo acariciado sueños de borrachos de amor- Y hoy escuchan las voces de sus internos y se asustan, pierden su propia fuerza y convicciones.

Tomo esos sueños y les digo que son preciosos y dignos de destacar. Que otros los ven y tal vez sueñen también. Sentiré que no trabajo en vano. Al menos lo hago para
Mí y ya es mucho decir. Cuando el sol me saluda a la mañana, salgo de la nada y me encuentro en miles de rostros iguales a mí…Aquellos que no creen en las hadas pero siempre esperan un milagro y así se pasa la vida-
¡Tan breve y gorda! porque a veces parece estallar en versos, amor, poesía y a menudo no deja ver la cortina de agua que va mezclándose frente a los ojos y las lagrimas y los mocos que intentan disimular la ansiedad de los caprichos que nos gobiernan y no nos dejan respirar libertad.

Parece que nos gusta el sometimiento porque es más cómodo, pero pataleamos duro cuando la soga al cuello nos enseña la poca cosa que somos ...Si no sabemos entender al amor como un crucero que nos saluda todos los días y al que no debemos rogarle un pasaporte, sino una breve invitación de instantes felices, que al recordarlos nos den motivos para soñar en la amistad, en la esperanza, en el abrazo fraterno, en la solidaridad y en el amor que reúne a todos estos inmensos valores de la existencia plena.
ALONDRA VALEY
LEY-D.R.A-0011702012014-LA PLATA

Antonio Fernández “Abuelo indio”




Antonio Fernández
“Abuelo indio”

Llegue al rancho ya tapera, que hasta ayer fue de mi abuelo
Avive un poco el rescoldo, pues siempre dejaba fuego,
Y en el mismo mate de él, yerbeamos con el recuerdo;
No había nada de valor, pero encontré tanto tiempo
Que entre a andar por las distancias y la luz de una luna lejos.

Pobre mi abuelo, tan indio, murió con su antigua pena,
Cuando presintió las sombras, se metió a la cordillera
No sé, no sé como llego arriba, siendo tan viejo como era,
Hizo lo mismo que el cóndor, fue donde nadie lo viera
A hacer de su último viaje, la vez que más alto vuela.

Lo encontré sobre un pedrero, con los ojos bien abiertos
Como mirando la nieve, por ser hembra y ser desierto,
Tal vez, tal vez fue de cerca, a escuchar algún arrullo cumbreño,
Cuando lo halle, parecía un niño de blanco pelo,
Que por esas soledades, se durmió tapau de cielo
Ahí mismo cerré sus ojos, y lo vele con mi duelo
El sol le beso la frente y un responso le hizo el viento,
Después, después lo envolví en el poncho, para esconderlo en los cerros
En el vientre de la tierra premiada por los silencios
Que el indio vuelve a nacer, que el indio vuelve a nacer,
Y mi abuelo, y mi abuelo era… tan indio.

No puse ni una señal, pá que no hallen su descanso,
Lo deje como dormido, en las pilchas del recado,
Después largue para siempre, la gloria de su caballo,
Y baje hasta la tapera, medio pitando y silbando,
Al viejo no le gustaba, ver su herencia lagrimeando,

Por eso de ser mestizo, adoro la libertad, y la sangre americana,
Hay, y la sangre americana es la que me duele más,
Yo espero una nueva aurora, la de él esta, tan allá,
Si cuando largue su flete, sin querer entre a soñar,
Que mi vieja raza pampa, anda caballo por ahí.

Cuando me vaya, seguro partiré de ojos abiertos,
Para entrar, desde los ojos, con mi abuelo en otro tiempo,
Tal vez suba como el cóndor, en secreto en los misterios,
Y si me toca partir, y si me toca partir, si llegara aquel momento,
Envuelto solo en un poncho, envuelto solo en un poncho, llévenme…junto a mi abuelo.