Diego Lopez
2 h ·
De cuando el tiempo se nos detiene un instante delante de nuestra mirada. De cuando la vida danza los acordes del recuerdo sobre los silencios de nuestros ayeres. De cuando el abrazo nos habla de reencuentros, de un susurro vestido de esperanza y desnudando sus quebrantos.
De cuando el tiempo nos habla de emerger aguerridos en los laberintos de las lágrimas que ahogan los pasos. De cuando se vuelve viento acariciando las ramas de nuestros anhelos, para agitarlos hasta que nuestras semillas vuelen libre sus firmamentos.
De cuando el tiempo nos ofrenda experiencias bosquejada en pétreas líneas sobre nuestros rostros, de cuando distinguimos lo que se ha ido para siempre espera lo que avecina. De cuando nos llama padres, hijos, hermanos o simplemente humano. De cuando parimos la sangre de nuestra sangre y contemplamos su madurez, sabiendo nuestra distancia con la muerte se acorta.
De cuando el tiempo es amante y nos besa los silencios para callar lo que aún duelo, de cuando el tiempo es amigo y nos abraza para gritar que aún estamos vivos. De cuando el tiempo se detiene un instante… para pronunciarnos que hay vida después de mañana y nos invita a recorrerla.
Diego López