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Amparo Estévez Saviza

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Considero que un espacio interactivo debe servir para comunicar, compartir y pasar momentos agradables que nos ayuden a pensar la vida como bella y en este caso específico a conocer a los escritores y poetas que en todo momento transbordan vidas diversas arte y sueños a nuestro corazón...

domingo, 17 de noviembre de 2013

ALGUNOS DE LOS POETAS QUE VERÁN REFLEJADOS EN ESTE ESPACIO



Jorge Luis Borges


«Jorge Luis Borges» Nació en Buenos Aires el día 24 de agosto de 1899, su fecha fallecimiento es el 14 de junio de 1986 en Ginebra. Dos de sus más importantes libros de cuentos son: Ficciones y El Aleph. Es tal vez, entre los escritores de habla hispana, quien ha aportado más notablemente a la literatura universal
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Gustavo Adolfo Bécquer


Gustavo Adolfo Bécquer (poeta). Nació el día 17 de febrero de 1836, es natural de Sevilla, su fecha fallecimiento es 22 de diciembre de 1870.
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Pablo Neruda


PABLO NERUDA figura en Classora como un poeta. Nació el día 12 de julio de 1904, es natural de Chile, su fecha fallecimiento es 23 de septiembre de 1973.
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Miguel Hernández


(Orihuela, 1910 - Alicante, 1942) fue un poeta y dramaturgo español. De origen rural estudió en el colegio de los Jesuitas de su ciudad natal. A su primera formación, contribuyó la lectura de los clásicos españoles, cuya huella es muy evidente en toda su poesía. En 1931 viajó a Madrid por primera vez. Al año siguiente participó en el homenaje a Gabriel Miró celebrado en Alicante. A finales de 1932 se publicó su "Perito en lunas". Colaboró en el "Gallo Crisis", revista dirigida por Ramón Sijé, cuya muerte motivo su elegía "Yo quiero ser llorando el hortelano...", uno de los poemas líricos más importantes de la poesía española del siglo XX, incluido en el libro "El rayo que no cesa" (1936). Antes, la revista "Cruz y Raya" había publicado su auto sacramental "Quien te ha visto y quien te ve". Con la llegada de la guerra civil española, se fundirían estrechamente su dimensión poética y humana. Fue comisario de cultura en el batallón de El Campesino y, aparte de colaborar en "Nuestra Cultura" y "Hora de España", publicó sus poemas de "Viento del pueblo" (1937) y las piezas dramáticas "Teatro en la guerra" (1937). Su poesía, limitada en los temas, alcanza una intensidad lírica de sugestión inmediata. A partir de 1939, padeció sucesivos encarcelamientos: de Madrid pasó a Cox (Alicante) y de aquí nuevamente a la cárcel de Madrid; luego, a Palencia, Ocaña y, en julio de 1941, al Reformatorio de Alicante, donde moriría en marzo de 1942. Sus obras completadas fueron publicadas en Buenos Aires en 1961.
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Gabriela Mistral


GABRIELA MISTRAL Nació el día 7 de abril de 1889, es natural de Chile, su fecha fallecimiento es 10 de enero de 1957
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Edgar Allan Poe


(Boston, 1809-Baltimore,1849) fue un escritor, poeta, crítico y periodista romántico estadounidense. Quedó huérfano con tres años, llevándole su familia adoptiva a Gran Bretaña entre 1815 y 1820. Su carrera literaria se inició con un libro de poemas, Tamerlane and Other Poems (1827). Ingresó en la academia militar de West Point (1830), siendo expulsado por indisciplina. Comenzó a publicar artículos y cuentos en el Courier de Baltimore y luego en el Southern Literary Messenger. En 1836 se casó con su prima Virginia Clemm de 14 años. En 1838 apareció su primera novela "Las aventuras de Arthur Gordon Pym" y en 1840 la primera reunión de sus narraciones llamada "Cuentos de lo grotesco y lo arabesco". En enero de 1845, publicó junto a otros un poema que le haría célebre: "El cuervo". Siguieron "Eureka" (1848), etc
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Mario Benedetti


MARIO BENEDETTI figura en Classora como un escritor. Nació el día 14 de septiembre de 1920, es natural de Uruguay.
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Antonio Machado



Antonio Machado (poeta). Nació el día 26 de julio de 1875, su fecha fallecimiento es 22 de febrero de 1939, es natural de España.
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Rubén Darío


Rubén Darío (poeta). Nació el día 18 de enero de 1867, es natural de Nicaragua, su fecha fallecimiento es 6 de febrero de 1916.
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Octavio Paz


OCTAVIO PAZ figura en Classora como un poeta. Nació el día 31 de marzo de 1914, es natural de México, su fecha fallecimiento es 19 de abril de 1998.
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Vicente Huidobro


VICENTE HUIDOBRO figura en Classora como un escritor. Nació el día 10 de enero de 1893 y su fecha fallecimiento es 2 de enero de 1948. Es natural de Chile. Perteneciente a una familia de la élite oligárquica chilena. Fundador del movimiento poético vanguardista llamado Creacionismo.
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Rosalía de Castro


Rosalía de Castro (poeta). Nació el día 24 de febrero de 1837, es natural de Santiago de Compostela, su fecha fallecimiento es 15 de julio de 1885.
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Enrique Anderson Imbert

(Córdoba, 1910 - Buenos Aires, 2000) Narrador y crítico literario argentino, autor de un ensayo fundamental, Historia de la literatura hispanoamericana (1954) y de cuentos breves reunidos en diversas antologías.

Anderson Imbert estudió Filosofía y Letras en la Universidad Nacional de Buenos Aires y fue discípulo de Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña. Inició tempranamente su labor narrativa con Vigilia (1934), que sería reeditada con su novela Fuga en 1963. Ejerció la docencia en las universidades estadounidenses de Harvard y Michigan, como profesor de literatura hispanoamericana, y destacó por sus ensayos y críticas.

En 1967 ingresó en la Academia Americana de Artes y Ciencias y en 1978 fue nombrado miembro de la Academia Argentina de las Letras, de la que ejerció la vicepresidencia entre 1980 y 1986. En 1994 fue finalista del premio Cervantes.

Sus cuentos se sitúan en una zona entre lo fantástico y el realismo mágico: El gato de Cheshire (1965), La locura juega al ajedrez (1971) y La botella de Klein (1975). Recopiló sus ficciones en El mentir de las estrellas (1979).

Entre su producción ensayística cabe citar Tres novelas de Payró con pícaros en tres miras (1942), La crítica literaria contemporánea (1957), Crítica interna (1960), La originalidad de Rubén Darío (1968), El realismo mágico y otros ensayos (1976) y El arte del cuento (1978).
CUENTISTA-LA RED

ADOLFO BIOY CASARES - (ÚLTIMA PARTE)




Oribe aparece atribulado por la muerte de Lucía. Pero el narrador observa: «Su abatimiento era notorio, casi teatral». En efecto, Oribe era como un buen actor, imaginaba claramente su parte, se confundía íntimamente con el personaje encarnado.
Por último: tergiversa los hechos y se apropia las experiencias ajenas. Por ejemplo:
-Desde una ventana, los dos miran la llegada de Vermehren a la tranquera; los dos miran, pero el que ve es Villafañe, porque tiene los anteojos y porque Oribe es corto de vista. Ante el patrón, Oribe declara: «Después de lo que vi, no me voy sin visitar “La Adela”».
-Oribe afirma que no vio nevar porque la noche estaba oscura; que no advirtió que había nevado hasta encontrarse de vuelta en el hotel y ver sus botas sucias de nieve. Nosotros afirmamos: mientras él estuvo afuera no cayó nieve; la hubiera visto: «Empezó a nevar cuando salió la luna». Luego (otra impostura), no vio la nieve en sus botas; la vio en las de Villafañe.
No ha sido el odio lo que movió a Villafañe a presentar estos aspectos del carácter de Oribe; ha sido (también) el escrúpulo de no rehusar al lector ningún elemento útil para descubrir la verdad.
b) Villafañe salió después de Oribe, como si lo siguiera. Pero imaginar a Villafañe espiando a Oribe es absurdo. Villafañe salió para entrar en «La Adela».
Estuvo con la muchacha. Cuando le dicen que una de ellas ha muerto quiere saber su nombre; después no se va del velorio hasta ver a las tres hermanas de la muerta (teme que ésta sea la que estuvo con él la noche anterior; espera que no sea); pero desde el principio ha temido lo peor, y se ingenia para que Oribe y el Delegado le consigan una fotografía (quiere guardar una reliquia); declara que aborrece ver personas muertas, porque después no puede imaginarlas vivas (con referencia a este caso, la frase no tendría sentido si Villafañe no hubiera visto antes a la muchacha); pasa la noche en vela, está muy triste, está enamorado de Lucía Vermehren (no creo que una fotografía y un destino más o menos poético bastaran para enamorarlo); se refiere al relato de Oribe como a «esos horrores» y alude a su «arrepentimiento» (Villafañe sólo pudo hablar de arrepentimiento si tenía alguna responsabilidad en la suerte de Oribe; sólo pudo hablar de horrores, si en el relato de Oribe oyó su irrespetuoso relato de una aventura atrozmente purificada por la muerte).
Finalmente, llamo la atención del lector sobre una frase de Villafañe. Compara un episodio de la vida de Vermehren con la sorpresa final de un cuento, en que un personaje, has¬ta entonces considerado secundario, resulta bruscamente el protagonista. Me pregunto si Villafañe no ha dejado esa frase para que alguien la recoja e interprete, como con una clave, todo el relato.
No creo que la única interpretación de estos hechos sea la mía. Creo, simplemente, que es la única verdadera.
Faltan unas pocas palabras sobre Villafañe y sobre Lucía Vermehren.

. Tal vez Lucía Vermehren haya recibido a Villafañe como al ángel de la muerte que la salvaría, por fin, de esa laboriosa inmortalidad impuesta por su padre. En cuanto a Villafañe, el destino se había ensañado con él; lo convirtió en instrumento de muertes, pero no lo derrotó; nada logró derrotar su tranquila hombría, su incorruptible sere¬nidad. Una vez dijo: «Me agrada pensar que Oribe tuvo una muerte acorde con su vida». No dio ninguna explicación; yo creo entreverla... Agregó algo sobre «muerte propia». En aquel tiempo todos hablábamos de muertes propias y ajenas; no había mucho que entender en la distinción. Sobre la calumnia que lo complica en el suicidio de Vermehren me atrevo a declarar que tiene un solo origen: el manuscrito del mismo Villafañe. No sugiero, sin embargo, que Villafañe haya inventado esa indefendible calumnia para que el lector la destruya y crea descubrir su inocencia.
Pero mi último recuerdo será para Carlos Oribe. Lo imagino en la noche de su partida, agitando un sombrero de paja y repitiendo este involuntario dodecasílabo:

¡No todos, no todos, se olviden de mí!

La súplica del poeta fue escuchada.
A.B.C. FIN

ADOLFO BIOY CASARES - (Décimo quinta parte)





Ante todo, veamos los dos personajes que se complemen¬tan como las figuras de un grabado: Carlos Oribe y Juan Luis Villafañe, simétricos en el destino. Pero entonces la trama parecerá demasiado simple, la simetría demasiado perfecta (no para un teorema ni para la mera realidad; para el arte).
Hablar de eminencias grises para describir a Villafañe, aunque esencialmente no tergiverse los hechos, es un error, porque los tergiversa aparentemente. Ya he dicho que Villafañe solía obrar de un modo anónimo, indirecto; que sus mejores artículos aparecieron sin firma y que más de una brillante y borrascosa discusión en el Senado fue un diálogo imaginario, un intrínseco monólogo en que Villafañe, impersonado por varios senadores, proponía y rebatía.
Con respecto a Carlos Oribe hay una cuestión que mu¬chos prefieren ignorar; yo disiento de ellos; si nadie la discute, en detrimento de la historia se la magnificará o se la olvidará. Dejo que otros se avergüencen de sus ídolos, los despojen de sus caracteres humanos y los conviertan en personajes simbólicos, en una calle, en una fiesta escolar y en incesantes deberes para los escolares. Yo lo he conocido a Carlos Oribe, yo lo admiro -tal como era-. Confieso, pues, sin rubor: Oribe ha plagiado algunas voces. Al tratar este de¬licado asunto, convendrá, quizá, recordar las apalabras de Oribe sobre los plagios de Coleridge: «¿Era para Coleridge imprescindible copiar a Schelling? ¿Lo hacía informa pauperis? De ningún modo. He aquí el enigma». En cuanto a Carlos Oribe, el enigma no existe; Oribe imitaba porque la riqueza de su ingenio abarcaba las artes imitativas; desapro¬bar, en él, la imitación, es como desaprobarla en un actor dramático.
Pero recapitulemos la historia: por la ventana del hotel, en General Paz, Oribe y Villafañe ven a lo lejos un bosque de pi¬nos: es «La Adela», una estancia en la que nadie entra y de la que nadie sale desde hace un año; Oribe manifiesta, una tar¬de, que no se irá de General Paz sin visitar esa estancia; a la noche, con un pretexto increíble, sale del hotel; sale también Villafañe; a la mañana siguiente muere Lucía Vermehren y se levanta la prohibición de entrar en «La Adela»; Oribe no quiere ir al velorio; después va y se mueve en la casa como si la conociera; después Vermehren mata a Oribe.
Mi conclusión no es imprevisible: Vermehren se ha equi¬vocado. Antes del velorio, Oribe no entró en su casa. Quien entró en su casa fue Villafañe.
Como lo habrá notado el lector, en el relato de Villafañe se encuentran las indicaciones que imponen, en todas sus partes, esta conclusión. La intervención de Oribe (a) y de Villefañe (b) en los hechos, quedaría aclarada así:
a)Para hacer creer que entraría en la casa de Vermehren, Oribe desafía las inclemencias de esa noche patagónica. Pero ni siquiera entra en el bosque. Teme los perros; los teme aun en compañía de Villafañe.
En el día del velorio pudo ir hasta el cuarto de Vermehren porque la noche anterior Villefañe le había contado minu¬ciosamente su visita a «La Adela». Esta información no es infundada. Villafañe había bebido esa noche; él mismo dice: «me parecía que Oribe era un gran amigo, digno de confi¬dencias». Sabemos cómo eran las confidencias alcohólicas de Villafañe: las contaba con «ordenada crudeza». Estas dos palabras aclaran todo: las confidencias fueron ordenadas: Oribe pudo llegar, en la noche del velorio, al cuarto de Vermehren (Villafañe había estado en el de Lucía; esto explica la indecisión de Oribe, entre las dos puertas del entrepiso); las confidencias fueron crudas: Villafañe sintió asco y horror al oír la apócrifa historia de Oribe: oía la verídica historia de Villafañe y de Lucía Vermehren, oía, después de la muerte de Lucía Vermehren, el mismo relato que él había pronunciado, la misma infidencia que él había cometido, obsceno por el alcohol y tal vez por la tradición de las conversaciones entre hombres, fatuo por la victoria.