Diego Lopez
Ayer
El despertar de un día con aroma a café de invierno y perfume aromando la escarcha de los tiempos. Silencioso firmamento acariciando tenues rayos de un sol entumecido… calles desiertas bajo el peregrinaje mudo de almas que comienzan. Eras acumuladas en la brisa que congela el rocío de una mirada perdida en lontananzas como queriendo descubrir horizontes. Una ciudad dormida se despereza en el trajín de las aves que trinan esperanzas. Un vuelo rasante de una mariposa transportando sueños hasta la fuente de los deseos. Una gota de agua cayendo sobre el grifo de la memoria, invita a recordar lo que inspira un amanecer silente.
Y allí, inmerso entre adoquines y asfalto… entre grama y suelo fértil, tus ojos que alumbran penumbras, tus ojos que siempre creen en mañanas.
Diego López