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Amparo Estévez Saviza

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Considero que un espacio interactivo debe servir para comunicar, compartir y pasar momentos agradables que nos ayuden a pensar la vida como bella y en este caso específico a conocer a los escritores y poetas que en todo momento transbordan vidas diversas arte y sueños a nuestro corazón...

martes, 15 de octubre de 2013

Alfredo Martinez - YO FUI...


Alfredo Martinez
Mexico City, Distrito Federal, Mexico
Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría
de tener solamente buenos momentos.

Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca
iban a ninguna parte sin una maleta llena de ropa,
una bolsa con zapatos,
una lámpara, una aspirina;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
contemplaría más amaneceres,
y jugaría màs a las cartas, que al basquetbol,
si tuviera otra vez vida por delante.
la vida es un embudo, cada vez es màs apretada y màs
rápida.
aunque cada dìa puede estar tan cerca el final...

AUSENCIA - Alondra VALEY



AUSENCIA

Encierra la certeza de no ser.
El triste llamado de los sinsabores que recrudecen, aún olvidados.
La pena cautiva entre los albores remotos y los amaneceres presentes.
La duda que carcome el corazón y hace temblar la piel.
Los gritos internos detrás de un “casi no lo recuerdo”
Los miedos de perderlo todo, así, sin explicación alguna.
La felicidad inventada, construida de mentiras, sin anhelos, sin amor,
sin caricias de contacto gozoso, sin besos húmedos de tiempo y espacio, sin respeto por los días brindados a una efímera relación sin sentido…
Ausencia es olvido y el olvido trae caminos desérticos de recuerdos memorables.
Nadie viene ni nadie se va. Es como la misma pesadumbre del fatigado que se recuesta en el árbol a morir porque sus piernas no le responden y sabe que lo único bueno que tendrá será sombra…
Alondra VALEY

David Bisbal - Dígale

Mariposas en la noche-¡ÁMAME!



Ámame
Amame, para tranquilizar las olas……..
Mi corazón turbulento huye entre abismo y rocas,
Le falta la ternura de tus palabras,
El susurro de tus melodías.
Ámame con pasión avasallante,
Cubre la vegetación de la selva,
Con la humedad de tu bosque.
Se ancla en mi barca,
Sol iluminando amaneceres,
Oasis en donde saciar la sed.
Ámame, en esas noches charoladas
En donde los sueños se encienden en llamaradas.
Nuestra piel se vuelve brasas
Reptando entre las sabanas,
Olfateando, buscando el olor a almizcle.
Amame, no quiero explicación ni tardanzas,
Solo permite que el instinto empiece
A danzar en nuestros cuerpos.
Duérmete sobre mi vientre.
Deja que las gotas de cristal inunden mis entrañas.
Ámame en silencio.

Mariposas en la noche

ESPACIO DEDICADO A LAS CARTAS A VIVA VOZ - Carta número dos



CARTA NÚMERO DOS
Carta final a Carlota, de Las desventuras del joven Werther


Han pasado por tus manos; tú misma les has quitado el polvo, tú las has tocado..., y yo las beso ahora una y mil veces.
¡Angel del cielo, tú favoreces mi resolución! Tú, Carlota, eres quien me presentas este arma destructora, así recibiré la muerte de quien yo quería recibirla. ¡Qué bien me he enterado por el criado de los menores detalles! Temblabas al entregarle estas armas...; pero ni un adiós me envías. ¡Ay de mí!, ni un adiós. ¿Acaso el odio me ha cerrado tu corazón por aquel instante de embriaguez que me ha unido a ti para siempre? ¡Ah, Carlota!, el transcurso de los siglos no borrará aquella impresión; y tú, estoy seguro de ello, no podrás aborrecer nunca a quien tanto te idolatra.
Guillermo: por última vez he visto los campos, el cielo y los bosques. También a ti te doy el último adiós. Tú, madre mía, perdóname. Consuélala, Guillermo. Dios os colme de bendiciones. Todos mis asuntos quedan arreglados. Adiós, volveremos a vernos..., y entonces seremos más felices.
Todo duerme en torno mío, y mi alma está tranquila. Te doy gracias, ¡oh Dios!, por haberme concedido en momento tan supremo resignación tan grande. Me asomo a la ventana, amada mía, y distingo a través de las tempestuosas nubes algunos luceros esparcidos en la inmensidad del cielo. ¡Vosotros no desapareceréis, astros inmortales! El Eterno os lleva, lo mismo que a mí. Veo las estrellas de la Osa, que es mi constelación favorita, porque, de noche, cuando salía de su casa, la tenía siempre delante. ¡Con qué delicia la he contemplado muchas veces! ¡Cuántas he levantado mis manos hacia ella para tomarla por testigo de la felicidad de que entonces disfrutaba! ¡Oh Carlota!, ¿qué hay en el mundo que no traiga a mi memoria tu recuerdo? ¿No estás en cuanto me rodea? ¿No te he robado codicioso como un niño, mil objetos insignificantes que habías santificado con sólo tocarlos?
Tu retrato, este retrato querido, te lo doy suplicándote que lo conserves. He estampado en él mil millones de besos, y lo he saludado mil veces al entrar en mi habitación y al salir de ella. Dejo una carta escrita para tu padre, rogándole que proteja mi cadáver. Al final del cementerio, en la parte que da al campo, hay dos tilos, a cuya sombra deseo reposar. Esto puede hacer tu padre por su amigo, y tengo la seguridad de que lo hará. Pídeselo tú también. Carlota. No pretendo que los piadosos cristianos dejen depositar el cuerpo de un desgraciado cerca de sus cuerpos. Deseo que mi sepultura esté a orillas de un camino o en un valle solitario, para que, cuando el sacerdote o el levita pasen junto a ella, eleven sus brazos al cielo, bendiciéndome, y para que el samaritano la riegue con sus lágrimas. Carlota, no tiemblo al tomar el cáliz terrible y frío que me dará la embriaguez de la muerte. Tú me lo has presentado, y no vacilo. Así van a cumplirse todas las esperanzas y todos los deseos de mi vida, todos, sí, todos.
Sereno y tranquilo voy a llamar a la puerta de bronce del sepulcro. ¡Ah, si me hubiese cabido en suerte morir sacrificándome por ti! Con alegría con entusiasmo hubiera abandonado este mundo, seguro de que mi muerte afianzaba tu reposo y la felicidad de toda tu vida. Pero, ¡ay!, sólo algunos seres privilegiados logran dar su sangre por los que aman y ofrecerse en holocausto Para centuplicar los goces de sus preciosas existencias. Carlota, deseo que me entierren con el traje que tengo puesto, porque tú lo has bendecido al tocarlo. La misma petición hago a tu padre. Prohibo que me registren los bolsillos. Llevo en uno aquel lazo de cinta color de rosa que tenías en el pecho el primer da que te vi rodeada de tus niños... ¡Oh! Abrázalos mil veces y cuéntales el infortunio de su desdichado amigo. ¡Cuánto los quiero! Aún los veo agruparse en torno mío. ¡Ay, cuánto te he amado desde el momento en que te vi! Desde ese momento comprendí que llenarías toda mi vida... Haz que entierren el lazo conmigo... Me lo diste el día de mi cumpleaños, y lo he conservado como sagrada reliquia. ¡Ah!, nunca sospeché que aquel principio tan agradable me condujese a este fin. Ten calma, te lo ruego; no te desesperes... Están cargadas... Oigo las doce... ¡Sea lo que ha de ser! Carlota..., Carlota... ¡Adiós, adiós!

ESPACIO DEDICADO A LAS CARTAS A VIVA VOZ- Carta número uno




Carta final a Carlota, de Las desventuras del joven Werthe-CARTA NÚMERO UNO


Es cosa resuelta, Carlota: quiero morir y te lo participo sin ninguna exaltación romántica, con la cabeza tranquila, el mismo día en que te veré por última vez.
Cuando leas estas líneas, mi adorada Carlota yacerán en la tumba los despojos del desgraciado que en los últimos instantes de su vida no encuentra placer más dulce que el placer de pensar en ti. He pasado una noche terrible: con todo, ha sido benéfica, porque ha fijado mi resolución. ¡Quiero morir!
Al separarme ayer de tu lado, un frío inexplicable se apoderó de todo mi ser; refluía mi sangre al corazón, y respirando con angustiosa dificultad pensaba en mi vida, que se consume cerca de ti, sin alegría, sin esperanza. ¡Ah!, estaba helado de espanto.
Apenas pude llegar a mi alcoba, donde caí de rodillas, completamente loco. ¡Oh Dios mío!, tú me concediste por última vez el consuelo de llorar. Pero ¡qué lágrimas tan amargas! Mil ideas, mil proyectos agitaron tumultuosamente mi espíritu, fundiéndose al fin todos en uno solo, pero firme, inquebrantable: ¡morir! Con esta resolución me acosté, con esta resolución, inquebrantable y firme como ayer, he despertado: ¡quiero morir! No es desesperación, es convencimiento: mi carrera está concluida, y me sacrifico por ti. Sí, Carlota, ¿por qué te lo he de ocultar? Es preciso que uno de los tres muera, y quiero ser yo. ¡Oh vida de mi vida! Más de una vez en mi alma desgarrada ha penetrado un horrible pensamiento: matar a tu marido..., a ti..., a mí. Sea yo, yo solo; así será.
Cuando al anochecer de algún hermoso día de verano subas a la montaña, piensa en mí y acuérdate de que he recorrido muchas veces el valle; mira luego hacia el cementerio, y a los últimos rayos del sol poniente vean tus ojos cómo el viento azota la hierba de mi sepultura. Estaba tranquilo al comenzar esta carta, y ahora lloro como un niño. ¡Tanto martirizan estas ideas mi pobre corazón!
Tú no me esperas; tú crees que voy a obedecerte y a no volver a tu casa hasta la víspera de la Navidad... ¡Oh Carlota!..., hoy o nunca. El día de la Nochebuena tendrás este papel en tus manos trémulas y lo humedecerás con tus preciosas lágrimas. Lo quiero..., es preciso. ¡Oh, qué contento estoy de mi resolución.
¡Oh! ¡Perdóname, perdóname! Ayer... aquél debió ser el último momento de mi vida. ¡Oh ángel! Fue la primera vez, si, la primera vez que una alegría pura y sin límites llenó todo mi ser.
Me ama, me ama... Aún quema mis labios el fuego sagrado que brotaba de los suyos; todavía inundan mi corazón estas delicias abrasadoras. ¡Perdóname, perdóname! Sabía que me amabas; lo sabía desde tus primeras miradas aquellas miradas llenas de tu alma; lo sabía desde la primera vez que estrechaste mi mano. Y, sin embargo, cuando me separaba de ti o veía a Alberto a tu lado, me asaltaban por doquiera rencorosas dudas.
¿Te acuerdas de las flores que me enviaste el día de aquella enojosa reunión en que ni pudiste darme la mano ni decirme una sola palabra? Pasé la mitad de la noche arrodillado ante las flores, porque eran para mí el sello de tu amor; pero, ¡ay!, estas impresiones se borraron como se borra poco a poco en el corazón del creyente el sentimiento de la gracia que Dios le prodiga por medio de símbolos visibles. Todo perece, todo; pero ni la misma eternidad puede destruir la candente vida que ayer recogí en tus labios y que siento dentro de mí. ¡Me ama! Mis brazos la han estrechado, mi boca ha temblado, ha balbuceado palabras de amor sobre su boca. ¡Es mía! ¡Eres mía! Sí, Carlota, mía para siempre. ¿Qué importa que Alberto sea tu esposo? ¡Tu esposo! No lo es más que para el mundo, para ese mundo que dice que amarte y querer arrancarte de los brazos de tu marido para recibirte en los míos es un pecado. ¡Pecado!, sea. Si lo es, ya lo expío. Ya he saboreado ese pecado en sus delicias, en sus infinitos éxtasis. He aspirado el bálsamo de la vida y con él he fortalecido mi alma. Desde ese momento eres mía, ¡eres mía, oh Carlota! Voy delante de ti; voy a reunirme con mi padre, que también lo es tuyo, Carlota; me quejaré y me consolará hasta que tú llegues. Entonces volaré a tu encuentro, te cogeré en mis brazos y nos uniremos en presencia del Eterno; nos uniremos con un abrazo que nunca tendrá fin. No sueño ni deliro. Al borde del sepulcro brilla para mí la verdadera luz. ¡Volveremos a vernos! ¡Veremos a tu madre y le contaré todas las cuitas de mi corazón! ¡Tu madre! ¡Tu perfecta imagen!
CONTINUARÁ LA SEGUNDA CARTA...

LA CARTA SIN DESTINATARIO...Alfredo Martinez




Alfredo Martinez


siempre es bueno escribir, escribir y escribir todo lo que piensas y sientes en momentos aùn no tan especiales, luego, arrugar el papel y hacer como que lo tiras a la basura para después recuperarlo, extenderlo y guardarlo... es una buena terapia contra las penas, la ansiedad y la tristeza. hace que recuerdes con agrado que la soledad a veces es tan buena o mejor que una compañía...

JUAN JOSE MARTIN SAN MARTIN- LA VOZ DE UN POETA





LA VOZ DE UN POETA
4 de mayo de 2012
A menudo a mis ojos empañados
sin querer llegan recuerdos
de dolor y tristeza,una aflicción,
que entre palabras viejas
se derrumba y tartamudea
gritando al viento
desde el corazón.

Palabras nuevas
impregnadas del recuerdo
de tus dulces besos,
tus ojos hermosos
y tu melena suelta...
de tu mirada picara
y tu hermosa silueta
que se pierde en el eco de mi voz
en un cielo impregnado de ideas...
que duermen en el lecho,
de este cansado poeta
que al amanecer despierta;
entre versos de colores...
antología y letra.

JUAN JOSE MARTIN SAN MARTIN
//Reservados los Derechos de Autor//
(LEON) - (ESPAÑA)

BUSCÁNDOME EN TU LUZ (México)-Fernando Navarro (El Poeta Inculto)




BUSCÁNDOME EN TU LUZ (México)
26/Jun/2013

Noches de oscuridad y vacíos
anhelos que yacen desgarrados
por vanas promesas que darían
nueva vida a un corazón destrozado.

Apareces tú, ruiseñor de esperanza
con un canto de amor desconocido
acaricias con tus alas mis quimeras
haces tuyos mis sueños doloridos.

Buscándome en tu luz encuentro magia
purificas mi alma con cálida ambrosía
volando entre tus brazos, encuentro calma
tu aroma de estrellas ¡me llena de armonía!

Iluminado estoy en la nueva senda
del amor sublime que me lleva al infinito:
tomas mis tristezas y las arrojas de mi vida
un deseo sublime ¡quedarme siempre contigo!

Todos los Derechos Reserv@dos México 2013
Fernando Navarro (El Poeta Inculto)

Título: PRECEPTOS Autor: Diego López (Argentina)




Diego Lopez
Vive… porque no hay mejor mandato que peregrinar la vida.
Sonríe… porque es bienestar pétreo que delinean las almas.
Llora… porque la lágrima sana heridas en su torrente eterno.
Sueña… porque es premisa del que anhela un camino nuevo.

Transita… porque no hay pasos estancos en la senda elegida.
Yerra… porque es aprendizaje lo que lega el error conferido.
Perdona… porque es redención de internos librando hieles.
Grita… porque es silencio hendido en la palabra que se oye.

Siente… porque es esencia del que peregrina vivo los ahoras.
Sufre… porque nadie se levanta sin haber caído a los abismos.
Escucha… porque la voz que arriba en otros labios es consejo.
Vuela… porque las alas de la esperanza agitarán tus aleteos.

Título: PRECEPTOS
Autor: Diego López (Argentina)
Imagen tomada de la red