TANTO VA EL CÁNTARO A LA FUENTE QUE…
Publicado el 11 marzo, 2016 por amparorules
TANTO VA EL CÁNTARO A LA FUENTE…
AMPARO ESTÉVEZ SAVIZA
El ave sigue a la mañana corriendo al sol. A veces canta meciendo la rama. A la postre siempre se encuentra persiguiendo a su pareja.
Ésta, una y otra vez hace que escapa, pero en realidad lo espera.
El ave macho arrastra ya sus alas algo cansadas y por momentos desiste.
Cada vez que la niña llena su cántaro escucha la melodía de su canto.
El ave perece estar esperándola, y ella comienza a observar al pájaro.
Muchas veces y más de dos, ella le sonríe y sigue su camino…
“Un claro misterio los une y un determinado tiempo los envuelve. Ella con su cántaro y el ave con su sonido gutural hacen posible la escena perfecta.
Sin embargo no es lo normal. Es como un sueño pintado por el artista. Aquel que a pesar de poseer la verdad, se inventa la escena de su cuadro perfecto.
La realidad viva en el pensamiento del artista tiene otras connotaciones que el ojo humano común no distingue.
A veces el ave prefiere ubicarse en el cuadro del artista.
Prefiere olvidar todo y oficiar por momentos de poeta, o de ángel, o tal vez de fantasma, de ave herida, de diablo, de cóndor o águila o simplemente de lo que es: un pájaro bello, sencillo, cantor, de plumaje gris y vuelo natural, sin aspavientos, sin llamar la atención.
Le agrada a la joven visitar el pozo en busca de agua y lleva su cántaro con alegría, pero un día se detiene, se sienta a orillas del camino e intenta hablar con el pájaro.
Se desilusiona un poco porque el pájaro es de poco hablar. Nada le cuenta de sus vuelos y andanzas. Sin embargo ella se apoya en el artista y sueña como él, siempre sabrá interpretar al pájaro…
Y así día tras día ambos se complementan. Se esperan. Cantan juntos y se acompañan.
Cuando ella decide irse él la acompaña. Ella le habla de su misión diaria llevando el cántaro rebalsando agua fresca. Él casi no le cuenta de la suya. Basta con su presencia en vuelo, piensa.
Una mañana llega y el ave no está. Se desespera pensando que algo debe pasarle.
Sin embargo su corazón está tranquilo. Confía en sus presentimientos. Igualmente con silbidos lo llama una y otra vez.
Un día al fin el ave le contesta. Ella es tan feliz que se le borra todo atisbo de señalar el hecho como algo que anuncia el despegue de su amistad.
Quiere abrazar al ave y abrirle la palma de su mano para que se pose en ella. Pero le oye y no lo ve. Algo así como que se ha vuelto invisible…
Acepta el hecho por aquello de que es preferible no verlo a perderlo definitivamente.
Pero comienza a suceder algo extraño. Cuando hay tormenta él aparece y puede verlo.
Con lluvia, rayos o ventisca ella no deja de acudir al pozo con su cántaro para verlo o al menos sentirlo cerca…
El solo hecho de haber desaparecido un tiempo sin que ella ni siquiera lo adivinara, hizo que siempre viviera con el temor de llegar y no encontrarlo…
Verdaderamente ella siente que el ave es su amigo para siempre…Una luz en su vida solitaria de apariencia medianamente normal y que podría durar siempre…
Pero “Siempre” no existe cuando los imponderables fluyen.
Un día la joven rompe su cántaro sin querer y ya no tiene motivos para volver al pozo.
Igual lo hace, sobre todo los días de lluvia.
Y descubre que al ave ya no le interesa su presencia si no tiene el cántaro…Es como que la desconoce…
Asombrada silba de mil maneras. A veces el ave sigue su vuelo de paso y apenas saluda, con sus alas cansadas.
Y ella descubre que los pájaros son inconstantes. Que son muy libres. Que tienen los mismos hábitos por un tiempo, pero que luego los cambian y viven solo cada momento.
Que hacerse amiga de un pájaro significaba verlo en vuelo y que a ella no le basta la imaginación para hacerlo retornar…
Pero como la lucha que se abandona es la que se pierde, decide convertirse en pájaro…
Regresa a casa y le anuncian que le han comprado un cántaro nuevo y debe cumplir con sus obligaciones e ir al pozo nuevamente.
Vuelve a vestirse de joven moza. Pero luego,por las madrugadas, se transforma en pájaro sin que nadie lo note. Su vida es eso, un vestido de plumaje por momentos y un bello atuendo de joven llevando su cántaro, casi siempre.
Claro que cumple con sus ocupaciones y transporta el cántaro con gracia, va y viene por el sendero pero sus sueños permanecen latentes; sabe que nunca conocerá a un ave como aquella y en el fondo desea volver a encontrarla. Sobre todo porque le queda la íntima tristeza de no poder volar como las aves aunque se vista de plumaje y anhelos…
Sabe que le quedan dos caminos. Sabe que uno de ellos es el conveniente. Pero nunca deja de mirar al cielo cuando regresa con su cántaro cantando la bella melodía…
Puede que el ave se confunda alguna vez y pase por allí.
Por mucho tiempo ella espera al ave lejos de su morada, con su cántaro.
Y en vuelo rasante por los campos la viste de pájaro
Y en su casa todos preguntan por ella si no ha regresado…
Ella ya no está, no la esperen, porque el ave y el artista al tocar su corazón la convierten en hada y las hadas no tienen domicilio…
AMPARO.ES 11-03-2016 Derechos Reservados de Autor
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