LA RAMITA
Era mediodía en una costa argentina desierta todavía.
Caminaba por la orilla de un mar que iba retirándose
presuroso hacia sus aventuras diarias de sal, sol y animales marinos.
Uno que otro barco, a lo lejos desafiaba sus entrañas como diciendo-También es mío…
Me deslizaba por arena mojada. Casi tocando el agua. En una mano una rama lo suficientemente larga para ir marcando la arena.
Por momentos sentía la necesidad de sentarme cerca de las olas y no me importaba que mi espalda estuviera quemándose. Al fin lo hice…
Primero me le senté de frente y mi fantasía se preguntaba quién navegaría en un velero tan bonito. Mi rama jugaba con el agua que iba y venía, acariciándome. De allí, deslizándome despacito me acerqué más a la orilla porque notaba que el mar quería dejarme.
Volteé sobre mi lado derecho y quedé boca abajo. Con los codos apoyados en la arena y mi rostro sobre las palmas de mis manos. El agua me acariciaba e iba despacito llevándose la rama.
Esa rama que me acompañaba siempre en mis paseos era llevada sigilosamente, en vaivén hacia adentro. Y yo no hacía nada. Sólo la miraba. En un momento de distracción dejé de verla. Se la llevó. Cuando me puse de pie sentí que me faltaba.
¡Qué si no la tenía iba a caerme! Sin embargo reaccioné y me dije:
¡No puedo depender de una simple ramita!
Pero no sabía que ella representaba mis últimos sueños…
AMPARO ESTEVEZ SAVIZA
La Plata-Argentina-11/08/2013
Derechos Reservados de Autor
No hay comentarios:
Publicar un comentario