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Amparo Estévez Saviza

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Considero que un espacio interactivo debe servir para comunicar, compartir y pasar momentos agradables que nos ayuden a pensar la vida como bella y en este caso específico a conocer a los escritores y poetas que en todo momento transbordan vidas diversas arte y sueños a nuestro corazón...

domingo, 1 de septiembre de 2013

EL JAZMÍN



HISTORIAS SIN TIEMPO
EL JAZMÍN

Un campesino cuidaba sus frutos como si nunca fuera a utilizarlos, como si pudiera guardarlos dentro del corazón para siempre. Claro, llegaba el día en que debía cortarlos y entregárselos a su esposa para realizar el almuerzo. Una mañana tomó lo necesario y se lo entregó.
Sin embargo la mujer tuvo un presentimiento. Entre todos los maravillosos manjares naturales sobresalía un yuyito. Ella nunca había visto algo igual. Diríamos que era una piedra preciosa en medio de tanto verde, pero a la vez su aspecto era el de un simple yuyito.
Llamó a su esposo y se lo mostró. El lo miró y tomándose la barba le dijo- No sé que sea, pero algo diferente es…
-Observa, tiene cierto brillo en sus hojas ¿No lo ves?
-Yo veo un simple yuyo. ¡Tienes que hacer tanto escándalo por eso!
-Fíjate, cuando hablamos tiembla.
-Eres tú la que tiemblas.
-Mira lo dejo sobre la mesa y toma diferentes formas.
-Mujer es un simple yuyo. ¡Tíralo y listo!
Sin embargo no todos pensamos tan fríamente como aquel hombre y su mujer decidió
guardarlo y observarlo. Al cabo de un tiempo notó que cada día tenía más brillo y mejor color. Cuando ella lo tomaba, temblaba. Estaba decidida a seguir su fantasía. Imaginó que un día se iba a levantar y el yuyito se habría transformado en jazmín.
Noche tras noche vivía ese sueño hasta que lo creyó. Las carcajadas del mundo que la llamaban loca no le hicieron mella. ¿Tal vez la soledad en el campo era capaz de crear estos sueños imposibles?
Su marido la miraba de reojo y no quería intervenir. Un día, sigilosamente, fue hasta el libro donde ella guardaba la ramita verde y la reemplazó por un jazmín.
Al otro día cuando ella lo vio, enloqueció. Gritó su verdad.
Pero el jazmín con el tiempo se fue marchitando y sus idos despojos alfombraron su tambaleante sino.
Lo tomó e hizo lo indecible para recuperarlo. Desatinos. Renaciendo en su fantasía estaba decidida a buscar respuestas. El mundo le decía que había miles de jazmines por ahí pero ella veía a uno solo. Ese que motivó sus sueños.
Un día el jazmín la abandonó. “Cómo es posible que tú, jazmín de mis sueños no me hayas comprendido si eres soñador y poeta al igual que yo” eran sus tristes lamentaciones.
“Si quieres respuestas pídeselas a las almas como tú; pídeselas al mar que se deja ver por sus olas y su ruido; pídeselas a los pájaros que hacen el amor pensando en el nido;
pídelas a la luna que nada te pide y alumbra tu camino; pídeselas a Dios que nos tiene preparadas las sorpresas y no debes adelantarte a ellas”

¡Nunca más lo vio! Le habló a las paredes, al viento, al mar y para seguir viviendo derramó tantas lágrimas que se bañó en ellas.
Desde ese día la mujer recuperó su cordura y cada vez que ve un jazmín no deja de llorar. Preferiría recrear su fantasía y no la realidad. Preferiría vivir engañada. Preferiría creer en vez de razonar.
La rosa no podía entenderla porque para comprender a su soñadora era necesario amar con igual intensidad y las rosas no aman, sólo lucen y acompañan los versos de algún poeta.
Al tiempo descubrió que su jazmín tenía nombre y podía encontrarlo si quería. Pero también supo que el obstinamiento no la favorecía y en adelante dejaría que la vida transcurriera como venía ¡SIN PAUSA Y SIN PRISA!
Seudónimo: martina
Derechos reservados de Autor

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