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Amparo Estévez Saviza

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Considero que un espacio interactivo debe servir para comunicar, compartir y pasar momentos agradables que nos ayuden a pensar la vida como bella y en este caso específico a conocer a los escritores y poetas que en todo momento transbordan vidas diversas arte y sueños a nuestro corazón...

martes, 10 de mayo de 2016

LOS ANTIGUOS DUEÑOS DE LAS FLECHAS






LOS ANTIGUOS DUEÑOS DE LAS FLECHAS



Las almas son diferentes unas de otras, pero esencialmente iguales.

Aquellas almas que nacieron con la tierra y nunca más la abandonaron eran y son una piedra que el tiempo no podrá corroer fácilmente.



Se dice que el indio señoreaba América. Pero en el sentido que le damos en estos tiempos a esa palabra, ellos señoreaban como uno más en la naturaleza.

Eran parte del paisaje.

Eran hojas al viento sus almas el día de la muerte y eran gramilla que se esparce sin pedir permiso.

Cada terrón de tierra negra, colorada, seca o húmeda aún cobijan sus pies desnudos que les otorgaba el paso majestuoso de hombre, el racional, el pensante, el que ama y no odiaba porque nunca tuvo enemigos entre los suyos. Sí, hasta que llegaron aquellos en los cuales confiaron con sus improntas gentiles y su naturaleza cándida

Cuando llegó la maldad y lo supieron ya era tarde. Los habían captado con colores desteñidos pintados en raros objetos que estaban sigilosamente introducidos en sus entornos para distraerlos, embaucarlos, engañarlos y contarles que había otro mundo.

Un mundo al que llamaban y llaman“progreso” y todos los cambios duelen y mucho más aquellos que se produjeron por el interés de otros hombres que tomaron y toman a los demás como objeto de su avaricia y los tratan como inferiores…

Esto aún pasa, todavía hay hombres que se valen del engaño, de las palabras embaucadoras, de la subyacente maldad tejida en estructuras estratégicas de salvadores con caras de ángeles y alma de serpientes venenosas.

Para mantener esa penetración en el alma de los pueblos débiles se valieron de la destrucción de todo lo bueno y noble que existe, mediante el engaño, la burla, la captación de la juventud, las guerras por motivos de saquear la riqueza y enarbolar banderas de éxito de sus verdades pronunciadas sin decoro, solo escuchadas por aquellos que lloraron a sus muertos y desaparecidos…

Cuántos indios murieron para que lo que llaman el mundo “civilizado” pueda adueñarse de sus tierras, de sus familias, de su casta bravía, de sus costumbres (puestas en ridículo), de su discriminación al servicio de la esclavitud.

Diezmar tribus enteras fue más fácil que enseñarles, educarlos y respetar sus tradiciones. Las misiones religiosas fueron hombres que intentaron demostrar que

ellos eran diferentes, avasallaron sus creencias y le mostraron un Dios que desconocían,

que traía pestes y castigos con el “pecado”

Ellos, los indígenas, no sabían del pecado, entendían que había un ser superior y lo llamaron Sol o de otras formas, en la eterna búsqueda del hombre para saber de su existencia y circunstancias…

Muchos misioneros murieron porque así comenzaron a darse cuenta de lo nefasto que les iba resultando la llegada de hombres que se decían sabios, pero que tenían intenciones nada claras. Y se pusieron en alerta. Muchos se volvieron agresivos y desconfiados. Y surgió el hombre con todo su potencial de cuidar lo que fue hasta ese momento la gloria de sus posesiones, porque allí resguardaban su familia y bienestar.

Allí vieron a los Dioses en toda su potencial manifestación de lanzas en las carnes, y la penitencia a los “ salvajes”, a los que se defendieron de tanta atrocidad y avasallamiento como pudieron. Con sus armas de cercano alcance, poniendo sus cuerpos y reaccionando con la bravura de la raza.

Si la evolución no es natural y la provocamos con heridas que no curan, irreversibles en sus resultados, la naturaleza se yergue altiva para demostrarnos que ella es la que reina. Se pudo evolucionar siempre que respetamos los designios naturales y no intentamos modificar.

Seguir el curso de la vida plasmada en cuanto nos circunda, en nuestro medio ambiente, fue entender que no somos eternos y la vida surgió sabiamente para proporcionarnos el desarrollo de nuestras capacidades, sin violentarla…

Indio Toba y muchos otros que aún están luchando por un lugar en el mundo, nuestro abrazo fraterno, lleno de lágrimas por lo que no podemos modificar, ansiosos por elevar nuestras voces en pos del hombre que lucha por su esencia, por su familia, por su sustento y muy especialmente por un Dios que él pueda reconocer en sus lamentos y oraciones, elevadas a un cielo que es el de todos.

Amparo Estévez Saviza

Derechos Reservados de Autor – 04-05-2016

AMPARO.ES

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