EL ARCO IRIS
Como expresión de AMOR, en el mundo y en pareja, es cuanto dice la leyenda y mucho más.
El hombre y la mujer establecen un sistema de conexión que se asemeja al Arco Iris. Tiene todos los tintes de los maravillosos colores del mismo y como él se establecen prioridades que necesitan estar concatenadas para subsistir y haberse originado en el equilibrio mágico en que aparece lo inexplicable.
Se vive una suerte de ebriedad espiritual y en muchos casos unos intereses afloran más que otros.
Allí está el secreto de vivir plenamente en la certeza de estar en la unión ideal, reconocida porque otorga verdadera felicidad.
Cuando un tinte supera levemente al otro, ambos deben darse las respuestas para que sea una aceptación total; uno acepta y el otro respeta y si así también en otro color, sucede a la inversa, se debe dar en igual forma, porque aceptar, respetar sin dolor o pérdida es lo fundamental para sentirse profundamente unidos sin claudicar en los fracasos y así saber que ambos no se quieren separar.
Por esa razón nadie puede ni debe opinar sobre una relación de pareja porque el Arco Iris nunca es perfecto a los ojos de quienes no lo ven, solo lo es para el que vive sus siete colores como tintes armónicos que se definen tan solo por la presencia de una persona que siente en el alma a la otra, como su única verdad.
Amar es como el ARCO IRIS, si bien algunos pueden tener la convicción de estar amando de verdad. El hecho de que exista este fenómeno, sea cierto y se realice, necesita que el mismo sea visto por dos al mismo tiempo, con lluvia, con sol, con formas diferentes, cruzando los cristales más diversos y espejándose en el hielo...Pero entonando la misma canción: la que dice “Eres feliz porque en esta noche de tormenta aún estás esperando que salga el Arco Iris”
Amparo Estévez Saviza
Fuente: AMPARO.ES
LA LEYENDA DEL ARCOIRIS
Cuentan que hace mucho tiempo los colores empezaron a pelearse. Cada uno proclamaba que él era el más importante, el más útil, el favorito.
El VERDE dijo: “Sin duda, yo soy el más importante. Soy el signo de la vida y la esperanza. Me han escogido para la hierba, los árboles, las hojas. Sin mí todos los animales morirían. Mirad alrededor y veréis que estoy en la mayoría de las cosas”.
El AZUL interrumpió: “Tú sólo piensas en la tierra, pero considera el cielo y el mar. El agua es la base de la Vida y son las nubes las que la absorben del mar azul. El cielo da espacio, y paz y serenidad. Sin mi paz no seríais más que aficionados.
El AMARILLO soltó una risita: “¡Vosotros sois tan serios! Yo traigo al mundo risas, alegría y calor. El sol es amarillo, la luna es amarilla, las estrellas son amarillas. Cada vez que miráis a un girasol, el mundo entero comienza a sonreír. Sin mí no habría alegría”.
A continuación tomó la palabra el NARANJA: “Yo soy el color de la salud y de la fuerza. Puedo ser poco frecuente pero soy precioso para las necesidades internas de la vida humana. Yo transporto las vitaminas más importantes. Pensad en las zanahorias, las calabazas, las naranjas, los mangos y papayas. No estoy, todo el tiempo dando vueltas, pero cuando coloreo el cielo en el amanecer o en el crepúsculo mi belleza es tan impresionante que nadie piensa en vosotros”.
El ROJO no podía contenerse por más tiempo y saltó: “yo soy el color del valor y del peligro. Estoy dispuesto a luchar por una causa. Traigo fuego a la sangre. Sin mí la tierra estaría vacía como la luna. Soy el color de la pasión y del amor; de la rosa roja, la flor de pascua y la amapola”.
El PÚRPURA enrojeció con toda su fuerza. Era muy alto y habló con gran pompa: “Soy el color de la realiza y del poder. Reyes, jefes de Estado, obispos, me han escogido siempre, porque el signo de la autoridad y de la sabiduría. La gente no me cuestiona; me escucha y me obedece”.
El AÑIL habló mucho más tranquilamente que los otros, pero con igual determinación: “Pensad en mí. Soy el color del silencio. Raramente repararéis en mí, pero sin mí todos seríais superficiales. Represento el pensamiento y la reflexión, el crepúsculo y las aguas profundas. Me necesitáis para el equilibrio y el contraste, la oración y la paz interior.
Así fue cómo los colores estuvieron presumiendo, cada uno convencido de que él era el mejor. Su querella se hizo más y más ruidosa. De repente, apareció un resplandor de luz blanca y brillante. Había relámpagos que retumbaban con estrépito. La lluvia empezó a caer a cántaros, implacablemente. Los colores comenzaron a acurrucarse con miedo, acercándose unos a otros buscando protección.
La lluvia habló: “Estáis locos, colores, luchando contra vosotros mismos, intentando cada uno dominar al resto. ¿No sabéis que Dios os ha hecho a todos? Cada uno para un objetivo especial, único, diferente. Él os amó a todos. Juntad vuestras manos y venid conmigo”.
Dios quiere extenderos a través del mundo en un gran arco de color, como recuerdo de que os ama a todos, de que podéis vivir juntos en paz, como promesa de que está con vosotros, como señal de esperanza para el mañana”. Y así fue como Dios usó la lluvia para lavar el mundo. Y puso el arco iris en el cielo para que, cuando lo veáis, os acordéis de que tenéis que teneros en cuenta unos a otros.http://www.edu.xunta.es/centros/ceipramallosa/node/346 - POPULAR
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