Diego Lopez
Florecieron dos rosas azules en sus ojos verdes
y de sus manos brotaron jazmines de alabastro.
Fue irupé el susurro de sus silencios perennes
y emergió el ceibo de su seno color maderos.
Meció la brisa sus brazos copulando ramajes
y brotó del tiempo sin tiempos el loto eterno
sobre un cuerpo… sobre el árbol, de la vida.
Porque somos tronco siempre reverdeciendo
porque somos hojas siempre meciendo sueños
porque somos raíces anclando nuestros suelos
porque somos vida… porque somos árbol.
Diego López
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