No siempre o casi nunca
He recibido regalos de esos que esperas ansiosamente. Inclusive cuando me regalaron la única muñeca que tuve, hubo que esperarla. De ahí en más todo me lo prodigué con trabajo y esfuerzo. Es tan así que estoy absolutamente convencida que nunca voy a recibir nada Es más, cuando se perfila algo que me parece como caído del cielo, me digo íntimamente, “no es para mí”. Siempre supuse que lo bueno me venía si iba a buscarlo. Nunca me sorprendí y agradecí lo que venía con todo el amor posible, pero
en una batalla conmigo, porque no sabía decir gracias ante una caja de bombones. No quiero decir con esto que no la valorara. Lo que quiero decir es que hay regalos que tienen que ver con los sentimientos Yo valoro esos regalos, los que te suceden sin esperarlos. Que anhelas pero nunca expresas que los deseas. Y que de antemano ya los das como imposibles. Como la cartita arrugada de algún alumno, nada más valioso. El dibujito de un nieto. La mano apretada de un saludo. Salir a comprarte un remedio que te hace falta a las dos de la mañana. Y te pasa. Son maravillosos regalos de la vida. Pero a veces esperas algo grande, por lo imposible y por lo que representa.
Y de repente tocan a tu puerta y te entregan un envoltorio valioso lleno de significado porque conoces a quién lo envía…
.Te comes la tarjeta a besos y todos te dicen -¡Ábrelo! Y tú piensas nada más que en la persona que te lo regaló- Y pasa lo que crees jamás pasará, en el reverso de la tarjeta dice “Adiós, hasta siempre” sueltas el regalo y éste se hace trizas sobre el suelo…
No importa lo que había adentro. Importa que “Tampoco era para ti”
de: Alondra VALEY
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