Alondra Valey
HOY ME ENCONTRÉ CON EL ROBLE
Y lo supuse tan firme, lleno de convicciones, tan fuerte, tan decidido, no parecía que nada lo turbara… Tan lleno de vida, tan conquistador, tan tierno a veces, tan sencillo y querible.
De cerca sentía admiración por su prosa de follaje colorido y ramas para sostenerse, aún en temibles vientos.
Todos lo miraban pero nadie se comprometía a sostenerlo en caso de tempestades. Aquellos que lo conocían hablaban de él. Adulaban a veces, sensiblemente. Lo pensaban cuando se perdía por largos días en las sombras sin ver el sol. Pero nadie osaba interrumpir sus silencios ni entrar en el escondite de sus hojas.
Pero yo conocí su íntima tristeza por la soledad de sus raíces que no le permitían correr cuando deseaba huir.
Yo entendí sus secretos…Nunca me los dijo pero los supe y no pude hacer nada. Prohibida mi estancia, salía a la ventana para observar si estaba en el mismo lugar. Si no se habían secado sus hojas…Pero…Cuando intentaba acercarme con un poco de agua notaba que no era bienvenida. ¡Se había acostumbrado a su soledad!
No hay comentarios:
Publicar un comentario