El duende esperaba
que el hada durmiera
Y aún así,
que nadie lo viera
Tomaba la pluma
y se mostraba
Sencillo en alarde
sin cómo, sin nada
El hada soñaba,
despierta
Y tristeza,
padeciera
Que otros duendes,
le hablaran
Y justo ése
ni existiera…
Dijo el hada,
entristecida
Tal vez,
uno de ellos
Con su osadía,
viniera
Y de amor,
le hablaría…
¡Nada,
nada sentiría!
Pero un susto,
le daría
A ese duendillo,
orejudo
Que silencia
su venida
Nomás una tecla
y sería
valiente rapto
de absurdo
Pedirle amistad
a un hada
que ya vive
en su mundo
¡Ah duendes le tienen miedo!
A las hadas misteriosas
Pero ellas solo tienen alas
Para morir silenciosas…
Martina “el hada”
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